Y, en segundo lugar, sorprende que este tipo de ‘vigilancia’ se haya decidido hace sólo unos meses, cuando es conocido desde hace años que, además de las mezquitas y otros centros de reunión, las prisiones han sido foco importante de la difusión del extremismo islamista, tanto en el cercano Magreb, como en otros países de Europa. El control, respetando la legalidad, no es sólo necesario, sin imprescindible para garantizar la seguridad.
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