El trabajo directivo se puede describir en función de diversos roles o conjuntos organizados de comportamientos, que el teórico de la gestión empresarial Henry Mintzberg clasifica en tres grupos: interpersonales, informativos y decisorios. Dentro de los roles interpersonales encontramos el papel de cabeza visible, como representante de su organización o unidad organizativa. Como tal, entre sus tareas todo directivo tiene que cumplir con deberes de naturaleza ceremonial y representación pública: actos, almuerzos, visitas, conferencias, etc.
No obstante, una cosa es que una parte del trabajo de ciertos directivos sea atender eventos, y otra cosa es que hay quienes parece que su trabajo es ir de un acto a otro. Cada día la agenda les llevará a otros eventos para que su presencia quede documentada en fotos, vídeos y redes sociales. Afortunadamente, otros directivos aprovechan estas oportunidades de representar públicamente a su organización para reforzar su posicionamiento, y que su esfuerzo y su ejemplo puedan servir de inspiración y motivación para otros.
La descentralización ha llevado a que aparezcan más niveles en los organigramas en los que, teóricamente, se distribuye la autoridad y la responsabilidad en la toma de decisiones. En la práctica, muchas veces esa autoridad real sigue centralizada, y muchos puestos y cargos que aparentemente acercan la toma de decisiones al cliente o al ciudadano, responden más a la imposible ubicuidad de quien realmente manda para estar en varios sitios a la vez, delegando su papel de cabeza visible, pero con poca capacidad efectiva de toma de decisiones.
Aunque se asocia la función directiva con quien ocupa una posición de autoridad en las organizaciones, de alguna forma todos somos directivos porque tenemos que planificar, organizar, dirigir y controlar tareas. Como tales, también desempeñamos el papel de cabeza visible. Para un cliente la cabeza visible más inmediata de la empresa en la que compra es el empleado que le atiende. No tiene por qué conocer a quien dirige la empresa, y su experiencia se ve más influida por las personas con las que interactúa. La mayoría de estudiantes de la universidad se relacionan más con profesores y personal técnico y de administración y servicios que con cargos directivos. Todos somos cabeza visible de nuestras organizaciones, y dar buena o mala imagen y experiencia a otros depende, en parte, de cada uno. Los jiennenses debemos convertirnos en cabeza visible de esta provincia, y exigir a quienes tienen autoridad formal que cesen los agravios comparativos que nos mantienen en el furgón de cola de inversiones e infraestructuras.
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