El lujo, los coches, las perlas, las carreras en el hipódromo parisino y las elegantes damas en trajes de diseño fueron plasmados por Benito en óleos, acuarelas, aguadas, tintas y dibujos a carboncillo o lápiz, buena parte de los cuales pueden apreciarse en la muestra Eduardo García Benito en las colecciones privadas de Valladolid.
“Llegó a convertirse en el artista más cotizado de su época y fue uno de los más genuinos exponentes del art Decó. Cobraba 70.000 pesetas de entonces por ilustraciones para revistas como Vogue y Vanity Fair. Sus dibujos, de un verdadero mago, universalizaron los felices años veinte”, ha explicado Miguel Ángel García, uno de los dos comisarios de la exposición junto a Juan González-Posada.
Todo comenzó en 1912 cuando fue pensionado por el Ayuntamiento de Valladolid en París, “donde se forjó como artista, conoció a Modigliani, Picasso, Juan Gris y Gargallo, y picoteó en todos los movimientos de vanguardia de la época como el cubismo, el fauvismo, el expresionismo y el futurismo”.
El resultado de esa fructífera y vertiginosa asimilación, otra de sus cualidades, fue el eclecticismo que le condujo hasta el art Decó, “donde adquirió un prestigio muy considerable”, hasta el punto de ser alineado en la denominada Escuela de París, ha añadido García.
La exposición tiene un complemento bibliográfico centrado en una selección de libros que ilustró como una Historia de la vida del Buscón, de Quevedo, y unos sonetos de Luis de Góngora, a los que acompaña un ensayo firmado por el propio Benito, inédito en español, titulado A propos de peinture y publicado en París.
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