Meri vivía en Bilbao y José Luis en Málaga, pero el destino quiso juntarlos. Se conocieron en Marbella, en un viaje vacacional que hizo ella junto a una de sus tías. Corría el año 1969 y tan solo dos años después se casaron y formaron una familia de cuatro junto a sus dos hijos. “Este agosto hicimos 53 años de casados”, cuenta Meri a 7TV. Toda una vida juntos, que cambió “radicalmente” cuando a él le diagnosticaron alzhéimer hace algo más de siete años. Meri cuenta que “llevaba dos años previos con síntomas”, pero José Luis se resistía a ir porque “para el enfermo es muy difícil aceptar que está mal”. No fue hasta que “se perdió y se vio muy agobiado”, que “consintió ir al médico”.
“Ayer mientras le levantaba y vestía le dije qué guapo eres y él me respondió, los dos. Esas son las alegrías que te puede dar un enfermo de alzhéimer en la fase que él está.Con la confirmación médica, su día a día pasó de “llevar una vida normal, de salir, de viajar, de disfrutar, porque estábamos jubilados” a “pasar a unas limitaciones”. Meri explica que es una enfermedad “de fases” y “muy larga, que es lo que agota al cuidador”: “Vamos pasando por diferentes fases y cuando te acostumbras a una, llega la otra, y así continuamente”.
Al principio intentaron “continuar con una vida normal, hasta que llega un momento en el que tu compañero de vida ya no está y tienes que acostumbrarte a que tienes un enfermo al que tienes que cuidar”. En este proceso ha sido fundamental el apoyo de la Asociación de Familiares de Alzheimer (AFA) de Málaga, para el cuidado y terapias de estimulación de José Luis y la salud mental de Meri: “Voy a terapia y reuniones de familiares y me ha servido mucho; ahí te sientes entendida y te enseñan a llevar esto, porque si tú no estás bien, jamás podrás ser una buena cuidadora”.
El alzhéimer es una enfermedad que golpea a todas las personas que están alrededor del paciente. “Tanto los cuidadores, que se llevan lo gordo, como para los hijos, los hermanos y la gente que le quiere”, ha asegurado, aunque también “hay gente que se aparta”. Ha visto como amigos de su marido, que “se veían una vez al mes”, ya no están, porque “no saben cómo reaccionar ante esta enfermedad”.
“Ira” y “rabia” por lo que les ha tocado vivir. Una circunstancia que poco a poco ha aprendido a “llevarla de otra manera”, aunque “no quita que tengas momentos difíciles”. Una de las partes más crueles de esta enfermedad es que “no hay esperanzas de que vaya a mejor”, sino que “cada vez va a peor y la persona está más limitada”.
Lo único que queda es darle la “mejor calidad de vida posible”, el “máximo cariño” y disfrutar de cualquier momento, por pequeño que pueda parecer: “Ayer mientras le levantaba y vestía le dije qué guapo eres y él me respondió, los dos. Esas son las alegrías que te puede dar un enfermo de alzhéimer en la fase que él está”.
Es una de las historias de los 800.000 casos de alzhéimer que hay en España. Cada año se diagnostican en España unos 40.000 nuevos casos. Aún sin un tratamiento que pare el avance de la enfermedad, es primordial que se agilicen la concesión de ayudas, como la Ley de dependencia, que actualmente es “un proceso muy largo” y “tarda mucho en llegar”: “No todo el mundo puede pagarse un centro de día o un cuidador profesional”.
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