Muchas iraníes se resisten a cubrirse el cabello con un velo como gesto de desafío a la República Islámica a pesar de una fuerte represión, cuando se cumplen dos años de la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el hiyab.
La muerte de Amini bajo custodia policial el 16 de septiembre de 2022 provocó unas protestas de marcado tono feminista en las que jóvenes iraníes pidieron el fin de la República Islámica al grito de “Mujer, vida, libertad”.
Aplastadas las protestas con una represión que causó 500 muertos y 22.000 detenidos, muchas iraníes continúan la lucha luciendo sus melenas al aire en las calles del país y rechazando el velo, símbolo innegociable de la república fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979.
En las calles de Teherán, pero también en cafés y tiendas, se observan a muchas jóvenes con la cabeza descubierta y muchas ni siquiera llevan un velo sobre los hombros, un gesto aparentemente trivial, pero lleno de significado.
“No me pongo el velo desde las protestas. La muerte de Amini ha convertido no llevar velo en un gesto de resistencia y desobediencia civil”, dice a EFE Leila, empleada de una tienda de electrodomésticos de Teherán.
La muerte de Amini fue “la gota que colmó el vaso” para muchos iraníes “hartos de la situación del país” y que anhelan una "democracia laica con libertades", asegura la mujer.
Incluso tras el regreso a las calles de la capital de la temida Policía de la moral a mediados de abril y la detención de mujeres que no se cubren, Leila continua sin ponerse un hiyab a pesar de las advertencias de sus amigos.
Una de las detenidas por no llevar el cabello cubierto fue Samira, una guía turística de 27 años, quien fue metida a la fuerza en una furgoneta por las agentes de la moral, mujeres cubiertas con el chador, prenda negra que cubre todo el cuerpo excepto la cara.
Durante la detención su novio forcejeó con los policías varones que acompañaban a las mujeres con chador y acabó en el suelo con rasguños.
“Este sistema es un enemigo de las mujeres”, dice a EFE Samira, quien fue liberada de una comisaría tras la firmar un documento comprometiéndose a cubrirse el cabello.
Cuando fue entrevistada por EFE en una céntrica calle de la capital no llevaba el velo puesto y asegura que solo se lo pone por zonas donde sabe que hay patrullas de la moral, a pesar de la detención, una táctica a la que recurren muchas mujeres.
Los arrestos callejeros de la Policía de la moral propulsaron las ventas del velo, según explicaron diversos vendedores a EFE, un sector hundido desde la muerte de Amini.
“Guerra contra las mujeres”
Se trataba de la última táctica gubernamental para reimponer la prenda islámica. Antes las autoridades habían recurrido y siguen haciéndolo a la confiscación de vehículos, latigazos e incluso castigos como la limpieza de cadáveres.
Todo esto ha sido bautizado como “guerra contra las mujeres” por la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, quien continúa su activismo feminista desde la prisión Evin donde está encarcelada.
Una “guerra” que continúa cada día. En las últimas semanas las autoridades han denunciado a la actriz Sahar Dolatshahi por “realizar actos contrarios a las normas islámicas” por bailar en una escena de una serie y a la directora de cine Rakhshan Bani-Etemad y la interprete Baran Kosari por asistir a la presentación de una película sin taparse el cabello.
En una caso más grave, activistas han denunciado que una mujer de 31 años quedó paralítica tras recibir un disparo en la espalda por parte de las fuerzas de seguridad en julio cuando conducía sin velo, algo que las autoridades han negado.
Leila, a pesar de la represión, las denuncias, las detenciones, las confiscaciones de vehículos y otros castigos, se muestra optimista.
“La resistencia continua por una gran parte de las mujeres y creo que le ganaremos finalmente el pulso a las autoridades”, asegura.
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