Corrida no apta para hacer el toreo. A partir de ahí, la tarde fue un bostezo infinito. Sólo el encastado primero tuvo buena condición, aunque, al fallarle las fuerzas, al final tampoco resultó. Pero la gran ausencia en éste fue más que nada del torero.
El toro blandeó en los dos primeros tercios, aunque viniéndose arriba en la muleta. Tejela prologó con un cambio por detrás y dos muletazos por arriba. Y cuando parecía que iba haber buena conjunción entre toro y torero estando la faena por naturales, se notó mucho la falta de apreturas.
Tejela lo hizo todo muy despegado. Descruzado en el cite y "escupiendo" las embestidas hacia fuera, aquello no trascendía.
Y eso que el toro fue siempre a más. A pesar de su falta de fuerzas tomaba la muleta con celo y humillado. Pero se impuso la vulgaridad de los pases, cien pases, sin sentimiento ni ajuste. La estocada, sí, fue una gran estocada.
El cuarto fue un toro parado y sin fondo. Revoltosillo a principio de faena, sin embargo, se paró enseguida. No podía el animal con el rabo, sin aliento, y eso que en el caballo apenas se le había picado. Tejela le sacó los muletazos de uno en uno, muy espaciados. Nada de nada.
Perera sorteó dos toros que no sirvieron ni para estar mal, que ya es decir. No obstante la apuesta del torero fue más que notable, por disposición y capacidad, y en ambos trasteos.
Estuvo en la puerta de chiqueros para recibir a su primero con una larga cambiada que hubo de resolver en cuerpo a tierra cuando el animal se le paró echándosele encima sin atender "el toque". De pie lanceó a la verónica con buen estilo. Y todavía se lució en un quite por saltilleras. Pero con la muleta no fue posible.
El toro, que había tardeado en el caballo, pensándoselo mucho, se quedó debajo ya en las mismas probaturas, frenándose. Perera lo citó muy encima para compensar la falta de recorrido del torillo, que acudía muy de vez en cuando, sin fuerzas, sin celo, apagándose. La única alternativa, el parón, no pasó de un simple proyecto.
El quinto bis fue toro soso en lo poco que duró, pues se "rajó" prácticamente en los inicios de faena, yéndose a las tablas, y en actitud de huida conforme Perera le buscaba las vueltas.
Talavante lanceó con elegancia a su primero, otro toro en el límite de la invalidez. Se acopló pronto con la muleta, y la faena llegó a tomar altura en las dos primeras series a derechas.
Apuntaba el toro buen son cuando de pronto, al intentar torearle por naturales, "cantó la gallina", yéndose a la querencia de tablas. Allí, algún pase suelto, pero no valió la pena. Talavante, que lo poco que hizo le salió muy bien, terminó cortando por lo sano.
El sexto salía ya frenándose en el capote. Berreón, sin ánimo de pelea, se estrelló un par de veces en la muleta, señal de que topaba más que embestía. Talavante otra vez optó por la brevedad
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