Chipiona

Zarazaga, capataz de Regla: "Cuando me pongo cerca de la Virgen, es una paz la que siento"

El capataz chipionero guiará cada paso de la Patrona por las calles de la localidad, así como la devoción de miles de personas.

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  • Juan Pedro Zarazaga en el claustro del Santuario de Regla -

Todas las miradas estarán puestas el próximo domingo, día 8 de septiembre, en la salida procesional de la Virgen de Regla. La devoción de cientos de personas estará sobre los hombros de una cuadrilla joven pero criada en la fe cristiana, liderada por el capataz Juan Pedro Zarazaga, conocido por todos en el pueblo por su amplia experiencia en el mundo cofrade. Es, además, el capataz de la Divina Pastora, pero guiar a la Patrona por tercer año consecutivo será su mayor reto. No es, por tanto, cosa nueva para él, aunque mantiene la emoción, pero sobre todo la responsabilidad del primer día, y el fervor religioso que ha cultivado desde una edad muy temprana, donde creció entre la comunidad franciscana.

Todo el mundo en el pueblo mantiene una ilusión desbordada ante la cercana salida de la Patrona. ¿Cómo te sientes ante el gran día?

Es el día que todos los chipioneros esperamos. Los días previos es cuando la Virgen baja casi a la altura de nuestra, entonces pues es el día que también como cristiano, como hombre de fe, pues también esperando este día todo el año. Hay se engloban una serie de expectativas, de sentimientos y de emociones que son únicas y solo viven ese día.

El pueblo se prepara para la velada desde muchos otros ámbitos, pero ¿cómo es este proceso para una persona cristiana que, además, también debe preparar su corazón para recibir a la Virgen?

La preparación aquí en la casa se hace a lo largo del año, porque los que lo sentimos de la forma franciscana, nos preparamos durante todo el año y, cuando llega el final del verano, es como la meta. Empiezas a ver la cara morena cada vez más cerca, y el corazón empieza a funcionar de forma diferente. El evangelio se hace más viviente todavía y todo se engloba en torno a la Virgen.

También eres capataz de la Divina Pastora, pero no tiene nada que ver con guiar a la Virgen de Regla…

Tuve la gran suerte de que las hermanas calasancias se acordaran de mí para recuperar la procesión de la Virgen Pastora, lo que fue un momento muy emocionante. Hubo una serie de imprevistos, y aún así la Virgen se sobrepuso y demostró que tiene muchísima devoción en Chipiona, especialmente de las personas mayores que se han formado en el colegio, y no tan mayores, que también esperaban la salida de la Virgen. Pero es cierto que el tirón que tiene la Virgen de Regla a nivel mundial, hace que no tenga mucho que comparar en cuanto a la devoción y la fe que arrastra la Patrona.

¿Qué es lo que se siente al llevar esta salida procesional, sabiendo que hay tantas miradas puestas en cada paso?

Soy una persona cristiana. Me he criado y me he educado con los franciscanos, con lo cual la Virgen siempre ha sido una tónica en mi día a día. Cuando las cosas han ido bien es porque la Virgen lo ha querido, y cuando las cosas se han complicado también es porque la Virgen lo ha querido. La sensación que yo puedo explicar de boca para fuera es responsabilidad. La gente se centra en el nerviosismo y demás. Yo, para nada. En el momento en el que me pongo cerca de la Virgen, es una paz la que siento. Una burbuja en la que me meto. El tiempo se para. Me embelesa en esa dulzura, en esa cara de la Virgen, en ese olor a nardos. Y cuando veo tanta devoción que lleva, más que nada es una responsabilidad de estar a la altura. Primero por la Virgen, puesto que ella fue la que me escogió. Después, con la comunidad, que son los que confiaron en mí. Y tercero, y no menos importante, con todas las personas que vienen ese día. Algunas a dar las gracias, y otras a agarrarse a ese último clavo ardiendo que es esa fe que le tienen a la Virgen. Lo definiría en eso: exteriormente en una responsabilidad, e interiormente en una paz inmensa.

¿Cómo le transmites esa calma a los chicos de la cuadrilla para que la lleven en una buena dirección?

Siempre digo que, aparte de ser un privilegiado de la vida por poder ser el capataz de la Virgen, he sido una persona con suerte porque la Virgen tiene mucha fe y mucha devoción, y he compartido con un porcentaje bastante amplio de la cuadrilla sudores y trabajo debajo de la Virgen. Son personas que son unas auténticas enamoradas de la Virgen, con lo cual a la hora de ponerme al frente de ellos para comandar la cuadrilla, me da una tranquilidad inmensa, porque sé como late ese único corazón debajo del paso. Sé ese cariño y amor que tienen a la Virgen. Lo único en lo que me centro es en hacerles ver la responsabilidad, porque cuando uno tiene algo tan accesible como es la Virgen de Regla, porque el porcentaje más amplio de costaleros que tiene la Virgen son personas de Chipiona, entonces pues, por poner un símil, es como la playa. Es una cosa que no echamos cuenta porque la tenemos a diario, pero las personas que vienen de fuera dan la vida por estar ahí. Con la Virgen pasa igual. Eso es lo único en lo que me centro, que todo el amor y el cariño que derrochan por la Virgen, que lo orienten hacia la responsabilidad que tenemos ese día de llevarle la devoción y la fe de tantísimas personas.

Muchas personas que te acompañan como parte de esa cuadrilla son jóvenes. Se suele decir que a las nuevas generaciones no les interesa tanto la religión, pero en Chipiona se vuelcan totalmente hasta demostrar que la devoción por la Patrona es una herencia que reciben con todo el orgullo

Es una herencia. Ser costalero de la Virgen de Regla no desmerece para nada serlo de otras imágenes que tenemos en Chipiona, pero es un galón más. Ser costalero de la Virgen de Regla forma parte de la madre de todos los chipioneros, con lo cual eso es un plus más que tienen. Es una devoción que tienen heredada de personas que han formado parte de las cuadrillas de la Virgen, o de la que se inculca desde pequeños en Chipiona a nivel educativo y en la casa. Ellos reciben el ser costalero de la Virgen de una manera que, si te fijas, se refleja en el lenguaje no verbal de las personas. Cuando le rezan o los ves concentrados en la Virgen, notas que es un galón más que llevan en su corazón. El que prueba a ser costalero de la Virgen, eso lo lleva ya de por vida tatuado en el corazón. Y es cierto que el relevo generacional se está produciendo. Son muchos los costaleros que han pasado por aquí, que por motivos de trabajo tienen que dejarlo y, como siempre digo, soy un instrumento más de la Virgen. Un servidor más de ella. Y está claro que ella misma es la que está haciendo el relevo generacional con todos los jóvenes que están llegando aquí por la casa.

¿Cómo han ido los ensayos?

Han ido genial. Había una expectativa puesta, puesto que llevo nombrado como capataz de la Virgen cinco años pero, por dos años de parón, solo me he podido poner delante de ella tres años más la extraordinaria, que tuve la suerte de llevarla a Chipiona. Cuando alguien llega nuevo a algo, siempre intenta darle su sello, su punto de vista y los conceptos que quiere exteriorizar con la Virgen en la calle. Entonces continuamente se le va apretando un poco más a los chavales, porque la predisposición, las ganas y todo lo que le ponen, está intacto todos los años, pero desde el punto de vista técnico se va… y esto es un trabajo de año. Las expectativas estaban previstas para ir un poco más lento de lo que va, que obviamente queda mucho por mejorar, pero sí que es cierto que este año se ha dado un salto de calidad importante y estoy muy ilusionado porque sé que van a dar el don de pecho y que a la Virgen se le va a notar bastante en su caminar por la calle. Además, este año la comunidad ha tenido a bien de no adelantar la hora de salida, pero sí la del cortejo en la calle, para que no perdamos tanto tiempo en el interior del Santuario, con lo cual se le ha dado un aire diferente a la hora de caminar. Estoy prácticamente seguro de que la Virgen irá súper fina y elegante por la calle.

¿Para ti especialmente que significa este día?

Es el más importante del año. Me considero joven, pero pienso como los más antiguos del lugar, que el día 8-9 de septiembre termina un año y empieza otro, con lo cual es un día en el que voy con el amor de mi vida. La persona que tenga pareja, cuando queda con esa persona va con toda la ilusión y el cariño del mundo. A mi me pasa igual con la Virgen. Y también es un año de balance. La vida te va poniendo continuamente en escenarios y tesituras para las que, a lo largo del año, tienes que tirar de la devoción a la Virgen muchas veces. Ese día es un día de balance en el que le doy las gracias siempre por ser esa protección poderosa y ese faro radiante en mi caminar diario. Es algo tan inmenso lo que siento cuando me pongo delante de la Virgen, y ese diálogo que tenemos continuamente los dos, ese día más porque ella dispone de mí para que la lleve a la calle lo mejor posible. Es un placer.

Sobre todo este año, por el 70 aniversario de la Coronación Canónica…

Son actos muy bonitos los que se están celebrando este año. El día 4 de septiembre por la noche bajaremos la Virgen del presbiterio, si Dios quiere, a la nave central para que toda la mañana del día 5, mientras el Santuario esté abierto, todos los feligreses y aquellos que le tengan devoción puedan apreciar a la Virgen desde más cerquita, porque el día de la procesión entre tanta aglomeración y bullicio hay algunos ángulos que no se pueden ver. Eso en cuanto a los actos y para nosotros, como equipo de capataces y costaleros, será muy bonito poder decir que en el 70 aniversario de la Virgen, fuimos nosotros quienes la portamos por la calle.

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