Hace poco más de un mes, el pasado 9 de agosto, Alba Barrera, la jerezana de 28 años con leucemia, daba la mejor de las noticias: por fin tenía donante de médula ósea. Había encontrado hasta dos compatibles. La joven militar del Ejército del Aire, que se ha hecho popular en redes sociales por su campaña “Más fuerte que el vinagre de Jerez”, daba un paso más y continuaba exprimiendo el verano, en el que ha contraído matrimonio con su pareja y padre de su hijo, y ha seguido cuidándose en casa tras abandonar el Hospital de Jerez después 52 días de aislamiento.
Han pasado dos meses desde entonces y le toca regresar al hospital, pero Alba se encuentra “muy bien de ánimo” y “con ganas de poder disfrutar dentro de los límites que me pone mi enfermedad”. Unas circunstancias que “no me quitan las ganas de vivir", sino al contrario, la motivan aún más para “estar a tope, sobre todo con mi hijo”, que en octubre cumplirá un año y al que ha podido acompañar a sus primeros días de clase en la guardería.
En esta cuenta atrás de dos semanas, como cuenta a Viva Jerez, está "cogiendo fuerzas” antes de volver a ingresar el día 16 de septiembre. En esa semana recibirá quimioterapia en Jerez y radioterapia en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y está previsto que a la semana siguiente, el día 23 de septiembre, le realicen el trasplante de médula en el Hospital de Jerez.
A falta de más de dos semanas, Alba reconoce que está tranquila, más preocupada por separarse de su pequeño que por lo que tiene por delante. “El trasplante no es una operación en sí, es mucho más sencillo, es una transfusión de sangre. Solo espero que los síntomas sean parecidos a los que tuve anteriormente y que no lo pase mal. Voy con fuerzas para poder salir lo antes posible aunque no dependa del todo de mí”, reconoce.
“Mentiría si digo que ahora lo voy a pasar peor psicológicamente, porque sé a lo que voy, lo que me espera y lo que voy a echar de menos a mi niño, que ya me reconoce al estar más mayor. Pero es la fuerza que me da él para tener ganas de empezar y acabar cuanto antes. Porque deseo vivir una vida con él, con mi familia y con todos mis amigos y la gente que me rodea y me quiere”, señala.
Una vez que se someta al trasplante, volverá a recibir quimioterapia un par de días más “para que las células madres y mi cuerpo se acepten y no haya nada grave. Es como si volviera a nacer”, explica. Después tendrá que estar ingresada un mes aproximadamente “hasta tener mis parámetros controlados en glóbulos blancos, rojos y plaquetas”.
Será entonces cuando pueda volver a casa si todo está bien. “Lo que me espera después no lo sé; será la siguiente pregunta a la doctora”, asegura, pues desde que le diagnosticaron su enfermedad siempre ha sido partidaria de ir “día a día” e ir poniéndose “pequeñas metas”, como lleva haciendo desde que en mayo le diagnosticaron leucemia tras un mes y medio de muchas complicaciones de salud. Ahora le toca dar otro pequeño gran paso.
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