Andalucía

Legalización del cannabis en Marruecos: los agricultores dejan de sembrar con miedo

La medida afecta exclusivamente las tres provincias rifeñas de Alhucemas, Chaouen y Taounat y a unas 60.000 familias humildes

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  • Plantación de cannabis en Zaouiat Alarab. -

"Ahora vivimos con tranquilidad", dice Jawad Rifi, que se dedicó hace tres décadas al cultivo ilegal del cannabis en medio de "mucho sufrimiento y miedo" y que hoy se suma a la comunidad de cultivadores que integran el circuito legal desde la regularización en 2021 de esta actividad en Marruecos para fines farmacéuticos e industriales.

Este agricultor marroquí de 56 años forma parte de decenas de miles de personas que han vivido siempre del cannabis en las regiones montañosas del Rif en el norte de Marruecos, uno de los principales productores mundiales de esta planta de la que deriva el hachís.

"Vivir con dignidad"

El objetivo del gobierno con la legalización, que afecta exclusivamente las tres provincias rifeñas de Alhucemas, Chaouen y Taounat, es mejorar el nivel de vida de cerca de 60.000 familias de condición humilde que viven del cannabis y que son generalmente propietarios de pequeñas explotaciones, según datos oficiales de 2021.

"Antes hemos sufrido mucho. En cuanto nos percatábamos de la llegada de las autoridades, abandonábamos nuestras cosechas, cogíamos la bomba de agua sobre nuestros hombros y salíamos corriendo", cuenta a EFE Rifi desde un campo de cannabis lícito en el pueblo de Zaouiat Alarab, situado en la localidad de Mansoura a unos 60 kilómetros al sur de la ciudad montañosa de Chaouen.

Cerca de Rifi, otros cultivadores asienten con la cabeza, y detallan que en el pasado vivían con el riesgo de ver sus cosechas confiscadas y quemadas, y con el miedo de ser arrestados o denunciados por algún vecino o familiar por un ajuste de cuentas.

"Antes no podíamos ir al mercado para comprar comida a nuestro hijos, vivíamos con miedo como si fuéramos delincuentes. Hoy, podemos decir orgullosos que cultivamos el cannabis", cuenta a EFE Abdeslam Ichou, otro agricultor del pueblo, mientras aconseja a un vecino de que su campo está listo para la cosecha.

Ichou se sumó al proceso legal en 2023 -que fue el año en el que se produjo la primera cosecha del cannabis legal-, creó una cooperativa compuesta de 6 cultivadores. Un año después, ya son 58 que han cultivado casi 118 hectáreas, cuya producción será destinada a una unidad farmacéutica.

"Este año ha sido mejor que el anterior porque hemos sembrado temprano, esperamos tener buena cosecha", vaticina Ichou que explica que un hectárea da una producción de entre 3 y 5 toneladas que pueden generar unos 117.000 dirhams (10.000 euros) de ingresos.

Pese a que aún hay muchos agricultores que se dedican al cannabis ilegal, Ichou se muestra optimista con el futuro de esta experiencia, y asegura que otros irán regularizando su situación porque "quieren vivir en libertad y dignidad".

2.800 licencias en 2024

Cerca de él, otros agricultores como Hamid Oudayer, de 32 años, reconocen las ventajas que les trajo la legalización del cannabis pero temen no tener suficientes beneficios este año a causa de los altos costes de las semillas y los fertilizantes y el impacto de la sequía.

Según datos de la Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relativas al Cannabis (ANRAC, el organismo que controla todas las fases de la actividad del cannabis desde su cultivo hasta su comercio y exportación), el número de licencias pasó de 700 en 2023 a 3.000 este año.

El director de ANRAC, Mohamed El Guerrouj, explica a EFE que la regulación de todas las actividades del cannabis "en su diseño y aplicación, están destinadas específicamente a beneficiar a los pequeños agricultores para mejorar sus ingresos y sus condiciones de vida", y añade que 2.800 de las licencias otorgadas en 2024 son para los cultivadores.

Según los datos de ANRAC, la superficie cultivada con cannabis legal se ha situado en 2.400 hectáreas en 2024 (comparadas a 277 en 2023), que sigue siendo lejos de las 29.557 hectáreas de cultivos ilegales que fueron registrados en 2021.

"Nuestro objetivo no es ampliar la superficie de cannabis sino integrar y reconvertir la existente", precisa el director de ANRAC, cuya misión incluye también ayudar a los agricultores que desean cultivar otra alternativa al cannabis.

Dos años después de su legalización, la industria del cannabis toma forma en el país magrebí donde se acaba de registrar 19 productos -diez cosméticos y nueve complementos alimenticios- a base de CBD (componente extraído del cannabis que no contiene psicoactivos). Algunos de ellos ya han empezado a comercializarse. 

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