Existen numerosas y convincentes razones por las que el verano es una época que contribuye a su bienestar, y en especial a su salud cerebral. El periodo estival permite un cambio en la dinámica y rutina diarias. Se hace “más vida” en el exterior y habitualmente se goza de más tiempo libre. Esas horas “extra” puede invertirlas en crear hábitos que, durante otras fechas, inmersos en la vorágine del trabajo, estudios, cuidado de hijos y un sinfín más de tareas, le es más difícil de implementar en su agenda personal.
Una de esas “buenas costumbres” es la de hacer ejercicio. Aunque pueda pensar que solo contribuye a mejorar la salud a nivel de corazón, músculos y huesos, existe una contrastada evidencia científica de que mantenerse activo es muy beneficioso para nuestro cerebro. La actividad física estimula el aumento de la producción de una proteína llamada factor neurotrófico. ¿Y qué tiene esa molécula de especial? Su gran singularidad radica en que mejora la plasticidad neuronal, la propiedad que tiene el cerebro para modificar su funcionamiento y estructura, dotándolo de mayor capacidad para establecer nuevas conexiones. Esto le permite adaptarse a otras circunstancias y seguir aprendiendo de forma casi ilimitada.
Además de reducir el riesgo de padecer demencia y aumentar el rendimiento intelectual, la actividad física es un eficaz antídoto contra la depresión, y le ayudará a dormir mucho mejor, sin necesidad de recurrir al socorrido, pero a su vez adictivo, “lorazepam”. Las recomendaciones de los estudios son las de practicar unos 150 minutos de ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, montar en bici…) repartidos en varias sesiones a la semana. Si puede combinarlo con trabajos de fortalecimiento muscular con unas pequeñas pesas, unas bandas de resistencia o algunas tablas de ejercicios, conseguirá un beneficio complementario.
Como dato curioso, la natación, que puede practicar en nuestra maravillosa zona costera, mejora las conexiones en el llamado “cuerpo calloso”. Esta estructura cerebral, que no guarda ninguna relación con las “durezas” de nuestros pies, permite el intercambio de la información y conexión de los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho. El origen de este beneficio radica en el movimiento sincronizado y cruzado de piernas y brazos que realizamos mientras avanzamos en el agua.
No obstante, si no es de los que le entusiasma el deporte, hay otras alternativas para que mejore su estado físico, como por ejemplo moviendo el esqueleto en clases de baile, o tonificando cuerpo y alma practicando Yoga o Taichi. Y si además de seguir estas saludables recomendaciones logra desconectar de la tecnología, conseguirá desintoxicarse, hacer una verdadera limpieza de su “disco duro cerebral”. Sustituya los dispositivos electrónicos por un buen libro, un crucigrama o disfrute de una película sin las interrupciones del “WhatsApp” y las redes sociales.
Otra actividad estimulante y muy necesaria es la socialización. El buen tiempo durante las noches fomenta las relaciones con amigos y conocidos en calles, plazas, terrazas y otros lugares de encuentro. Y si además de seguir estas recomendaciones, consigue “dejar fluir” su creatividad y dedicar tiempo a algunas aficiones como la fotografía, la pintura, el dibujo, la escritura… o incluso invierte algún tiempo en aprender algo nuevo, sentirá una felicidad comparable a la que experimentaba cuando era pequeño y al clavar sus ojos en la vitrina de la heladería se percataba de que aún quedaba su mantecado favorito.
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