Jédula ha vivido esta semana uno de los momentos más emotivos de los últimos tiempos al evocar el recuerdo de Pedro Calero Ramírez cuyo nombre ya rotula una plaza de la barriada. Se trata del entrañable conserje del colegio Juan XXIII fallecido en 2015 como consecuencia de una enfermedad, pero dejó un poso muy profundo en la comunidad educativa del centro y en todo Jédula y Arcos por sus incansables 21 años de servicio, siempre con sumo cariño a los escolares. Así lo recuerdan familiares, amigos y autoridades; todos reunidos para bautizar la plaza.
Así, las primeras palabras del acto fueron de la delegada jedulense, Beatriz Morón, para citar eso, a un hombre bueno en todos los sentidos que bien merece la pena ser recordado para siempre. Pero sería el hermano de Pedro Calero, Juan, quien esbozaría ante los numerosos vecinos presentes en la convocatoria su perfil humano y social. Dijo que su hermano fue persona adorable en todos los sentidos, “siempre amigo de sus amigos”, y hombre “humilde, protector y abnegado”.
Especialmente emotiva resultó la intervención del alcalde, Miguel Rodríguez, quien describiría a una persona “querida y respetada por todo el mundo; cuando se despidió nos dejó un gran vacío pero su legado continúa vivo en cada rincón de la ciudad”. Sumaría su agradecimiento a la familia de Pedro Calero cuya ausencia ha sido “difícil de sobrellevar”. El alcalde diría que más que un conserje fue un amigo, un mentor y una figura paternal para muchos”, que dejó “una huella imborrable”. En definitiva, una persona inolvidable en Jédula. Con la inauguración de la plaza -expresa-, se celebra ese legado.
El acto contaría, además, con la presencia de la viuda de Pedro Calero, Manuela Benítez, y sus hijos, Pablo y Emilia, además de otras autoridades municipales como los concejales Leopoldo Pérez y Oliver Verhoeven.
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