Jerez

La lucha incansable de la madre de Laura, la joven hallada muerta frente al albergue

Conchi, que prepara un libro para recordar a su hija, quiere cambiar la ley de las ONGs para desvincularlas de la sanidad y llevar su caso hasta el final

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  • Conchi con su hija, que murió en septiembre de 2022 con 20 años. -

En septiembre se cumplirán dos años de la muerte de Laura Cruzado, la joven de 20 años que fue encontrada sin vida junto al albergue municipal de Jerez. Su madre, Concepción Moreno, había quedado con ella el viernes de esa semana para renovar el DNI, pero Laura nunca llegó. Un par de días antes le pusieron una infracción en el Centro de Adicciones El Girasol, en Arcos, el enésimo en el que había ingresado para vencer sus adicciones a las drogas, contra las que llevaba luchando desde los 13 años.

La sanción la dejaba fuera varios días. Después vino aquella fiesta en una casa de la calle Nueva y el triste desenlace de una noche fatídica. La ingesta de determinadas sustancias le causó un shock anafiláctico. “No murió abandonada en la calle. "Uno de los amigos que estaba con ella en la fiesta, de origen marroquí, la cogió en peso y la trajo hasta el albergue para asegurarse que la iban a atender, porque allí siempre hay alguien. Ella ya estaba inconsciente. Llamó a la puerta y pidió que llamaran a una ambulancia pero se marchó porque no quería que le culparan. La dejó sentada en un poyete; ahí mi hija ya estaba muerta. Luego llegó el 061, pero no pudieron hacer nada. Estoy deseando hablar con él para darle las gracias”, cuenta a Viva Jerez.

La autopsia desveló que había muerto por un edema agudo de pulmón. Un final que su madre siempre había temido. “Yo no lo temía, yo lo sabía. Yo luché hasta el último momento”, reconoce sin poder evitar emocionarse.  Por eso nunca se separó de su hija y ahora lleva tatuado su nombre con una caligrafía suya de un escrito que encontró en uno de sus cuadernos. “Le prometí que cuando saliera de esta historia me iba a tatuar y al final ha salido pero no de la forma que queríamos”.

Ella nunca quería estar lejos de su madre y siempre quería intentarlo, de ahí el peregrinaje de centros de desintoxicación públicos y privados que hizo pese a su juventud. Pero esto no ha terminado. Esta Madre Coraje va a rendirle un homenaje para “salvaguardar su nombre” con la publicación de un libro que tendrá su toque emotivo, pero también reivindicativo. Ya ha empezado a recopilar material para prepararlo. “Va a ser un libro denuncia de inspiración y para evitar la discriminación a los drogadictos. Tengo muchos recuerdos bonitos de mi niña, era una persona ingeniosa y tenía sus principios. En la vida me robó dinero ni me cogió nada de oro de casa; nunca me pegó ni me zarandeó; ¡a ver qué toxicómano hace eso!”, señala. Su madre no quiere que más familias pasen lo que vivieron en su casa con Laura, con un trastorno límite de la personal y un grave trauma por la separación de sus padres y las circunstancias en las que se produjo que nunca pudo superar. 

Pero Conchi, como prefiere que le llamen, tiene más objetivos y no piensa cesar en su empeño hasta que lo consiga: centrar sus esfuerzos en cambiar la ley actual de ONGs para que ninguna tenga objetivos vinculados con la sanidad. “No puede haber ONG que se dediquen a la rehabilitación de toxicómanos y adictos. Eso no puede estar permitido”, advierte. En el caso de Laura, según denuncia, su paso por algunos de estos centros “privados” a los que su madre ha denunciado en Sanidad y en los juzgados, no solo no la ayudaron, sino que aumentó aún más su dependencia a las drogas. “Son centros que se dedican a recoger almas desechas y cuerpos más desechos todavía”, censura. 

Las largas listas de espera en los centros públicos tampoco ayudan, al igual que no estén enfocados para los jóvenes. “No hay centros públicos para la gente joven y muchos padres no queremos entender que los hijos son adictos y lo dejamos pasar hasta que ya es muy tarde”. Al final acaban ingresando en centros donde también hay otro tipo de perfiles, que entiende que al final no hacen más que ir en contra de su recuperación. “Entre los usuarios hay enfermos mentales y personas con otros trastornos, no únicamente para jóvenes adictos”, agrega. 

Su hija llegó a estar hasta en Proyecto Joven cuando su madre detectó su coqueteo con los porros, una experiencia para la que solo tiene buenas palabras, pero no fue suficiente. Pasaron los años y Laura siguió adentrándose cada vez más en el peligroso mundo de las adicciones, juntándose con malas compañías y llegando a hurtar. “Yo intenté muchas cosas, me vi obligada a denunciarla para que estuviera en un centro de menores...ella al final no quería estar lejos de mí”.

En esa desesperada carrera para que Laura saliera adelante dio con dos centros rehabilitación en Jerez, cuyo director y responsable "vendía como una obra social sin ánimo de lucro". Como advierte la madre de Laura, se trataba de unas instalaciones supuestamente sostenidas por aportaciones voluntarias y para la que recibió importantes ayudas públicas.

En la actualidad, los dos están cerrados, tal y como ha confirmado este medio fuentes de la Junta. Uno de ellos debido a una importancia sanción de más de 90.000 euros, el segundo fue clausurado poco después de una denuncia de Conchi ante el SAS a finales de diciembre, por la que sus 42 residentes fueron reubicados en otros centros de Andalucía.

 “Allí te cobraban 450 euros por ingreso por cada residente y no había personal cualificado, estaban todos hacinados en unas condiciones insalubres”, denuncia. Por eso cuando pasaron varios meses de la marcha de Laura, su madre empezó a recopilar información y acudió al juzgado, donde interpuso denuncia contra el encargado de los dos centros por presunta estafa, coacción y abuso y atentado contra la salud pública. “Visitaba y contactaba por carta con los chicos que iba a salir de prisión con el subsidio de excarcelación de 450 euros y que no disponían de apoyo familiar para convencerles de las bondades de su centro”, sostiene. Unas graves acusaciones que materializó ante el juzgado en esa demanda, que acabó siendo archivada hace un año. 

Impotente, solo quiere volver a personarse y saber si su denuncia ante el SAS tuvo recorrido penal. “Voy al juzgado y me dicen que no me pueden dar información sobre el procedimiento; yo solo quiero saber en qué juzgado está y si me tengo que personar, quiero que el caso de mi hija llegue hasta el final. No me pueden dejar al margen”, apunta indignada.

Esta semana tiene previsto reunirse con la delegada de Inclusión Social, Dependencia, Mayores y Familia, Yessica Quintero, a la que le va a pedir que interceda en su lucha.

 

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