Aún con la resaca de las elecciones europeas encima, que requiere un análisis de los resultados que se lo dejaremos a los correspondientes politólogos tertulianos que tienen el mismo rigor y acierto que un tarotista o el CIS de Tezanos comparable a las cabañuelas como método meteorológico. Me gustaría resaltar la importancia y sentido que tiene pertenecer en bloque a la Unión Europea, para esa gran mayoría abstencionista superior al 50% que desconocen con ilustre ignorancia todas aquellas políticas o acuerdos europeos.
Podríamos destacar los distintos fondos económicos que quizás no nos suena más allá de verlo en algún cartel de obra o noticia, desde los Next Generation tras el COVID19, para la recuperación temporal o el Fondo Social Europeo, para la creación de empleo o el Fondo de Cohesión, proyectos medioambientales o el Fondo Agrícola de Desarrollo y Marítimo, responsable por ejemplo de la PAC(Política Agraria Común). Quizás esto nos pille algo lejos pero si quisiéramos viajar a cualquiera de los países que componen el espacio Schengen simplemente sin más documento que nuestro DNI así como poder pagar en Francia y Portugal con la misma moneda o poder cursar parte del último curso en el extranjero gracias a un ERASMUS algo tendría que ver esa bandera de estrellas bajo fondo azul.
Más del 50% de las leyes aprobadas en la última legislatura tienen origen en las instituciones europeas, para aplicar distintas normativas europeas o iniciativas comunitarias. Políticas relacionadas con la separación de residuos, gases invernaderos, rebaja del precio en el transporte público, conciliación familiar, entre otras muchas. No se trata de una respuesta de defensa paneuropeísta sino velar por el principio de solidaridad y equidad para todos los países miembros, que posibilita un desarrollo y crecimiento en los distintos territorios de forma común y dialogante.
Daniel Peña Benítez
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