El modelo de etiquetado nutricional frontal, Nutri-Score, ha perdido otro aliado en Europa. Se trata de Portugal, país en el que, de forma inesperada, el modelo había sido implementado sin consulta previa y aparentemente de un día para el otro, por el Gobierno saliente antes de que se terminara su mandato. El actual ministro de Agricultura y Pesca, Manuel Fernandes, anunció que la orden será revocada, al asegurar que “la decisión del gobierno anterior no era legal”, debido a que se trata de un asunto competente al Ministerio de Agricultura, que fue abordado por el Ministerio de Salud “sin conocimiento de la DGAV, la entidad que promueve y elabora la normativa nacional en el sector alimentario”.
La creciente oposición de varios países europeos subraya la percepción de que este sistema, lejos de ser una herramienta útil para los consumidores, representa una amenaza para productos tradicionales y de alta calidad nutricional.
En agosto de 2022, la Autoridad Italiana de Competencia (AGCM) anunció la decisión de descontinuar el uso del Nutri-Score en Italia, argumentando que este sistema engaña a los consumidores al no considerar las peculiaridades de cada producto, el tipo de alimento, la dieta o las necesidades específicas de los consumidores. La AGCM señaló cómo el Nutri-Score penaliza injustamente productos como el aceite de oliva, esencial en la dieta mediterránea.
Rumanía siguió los pasos de Italia en 2022, prohibiendo el uso del Nutri-Score. La Autoridad Nacional Rumana para la Protección de los Consumidores (ANPC) justificó su decisión afirmando que el sistema no cumple con su objetivo de ayudar a los consumidores, replicando las críticas italianas sobre su falta de precisión y utilidad.
En Suiza, la oposición se materializó en 2023 con una iniciativa parlamentaria para prohibir el Nutri-Score. Benedikt Würth, miembro del Consejo de los Estados, destacó que el sistema no considera factores cruciales como los aditivos, la sostenibilidad de los productos, ni su origen.
España no se ha quedado atrás en esta controversia. En octubre de 2021, el Senado suspendió la implementación del Nutri-Score hasta que se establezca un sistema a nivel europeo. La preocupación principal es cómo este sistema califica negativamente productos nacionales de alta calidad como el aceite de oliva, el jamón ibérico y los quesos curados. Estos alimentos, pilares de la dieta mediterránea, reciben calificaciones desfavorables bajo el Nutri-Score, lo que ha provocado una fuerte oposición del sector agrícola, que ve en este sistema una amenaza a sus productos.
La dietista-nutricionista Andrea Sorinas ha señalado que el Nutri-Score puede conducir a los consumidores a tomar malas decisiones al no tener en cuenta el contexto adecuado del consumo de alimentos. "Hay mucha demonización de las grasas, sin contextualizar el tipo de alimento, además de la permisividad con el azúcar, y que aprueba las harinas refinadas. No puede ser que una Coca-Cola Zero tenga puntuación buena y el aceite de oliva virgen extra, o un atún en aceite de oliva virgen extra, tenga una 'C' o una 'D'", explicó Sorinas en declaraciones a la prensa.
A pesar de la defensa de grandes marcas como Danone, Nestlé y Kellogg's, que ven en el Nutri-Score una ventaja para sus productos, la crítica de expertos como Alba Santaliestra y Carlos Ríos es contundente.
Santaliestra señala la falta de asesoramiento de dietistas-nutricionistas en el desarrollo del sistema, mientras que Ríos explica que la industria utiliza el algoritmo del Nutri-Score para reformular alimentos de bajo valor nutricional y poder venderlos como más saludables.
En esa misma línea se ha pronunciado recientemente el asesor de tecnología y medio ambiente de la Cámara de Comercio de Luxemburgo, Maurice Muller quien considera que el Nutri-Score “se desarrolló para alimentos industriales altamente procesados, en detrimento de los productos artesanales más naturales”, remarcando así que el modelo tiene “grandes debilidades”. Desde el Ministerio de Agricultura del Gran Ducado también han mostrado sus reservas al considerar que NutriScore “no tiene en cuenta entre otras cosas, los aditivos, los pesticidas, ni el grado de procesamiento de los alimentos”.
Mientras marcas como las anteriormente mencionadas abogan por la implantación a nivel europeo del NutriScore, otras tantas muestran su oposición al modelo. Incluso aquellas que probaron su adopción, están dando marcha atrás debido a los pocos resultados obtenidos y al coste suplementario que supone. Como es el caso de Migros y Emmi en Suiza que han anunciado recientemente que abandonarán la etiqueta al no ver un valor añadido en su implementación. En el caso de Migros, sus directivos han explicado que “tres años después de su introducción, el Nutri-Score todavía es poco conocido y, a menudo, plantea muchas preguntas”. También han explicado que “integrar o adaptar el Nutri-Score requiere mucho esfuerzo de embalaje”, esto haciendo referencia a los constantes cambios que implementan los desarrolladores del sistema para ajustar el algoritmo que determina las calificaciones. Argumento que para los expertos determina que el sistema no cuenta con una base científica sólida y que por ende, debe ser modificado constantemente en función de las críticas.
El rechazo al Nutri-Score en gran parte de Europa refleja una necesidad urgente de revisar los sistemas de evaluación nutricional. La simplificación excesiva del Nutri-Score penaliza productos saludables y de consumo diario. Incluso en Francia, su país de origen, se empiezan a cuestionar sus méritos. La suspensión de su implementación en España desde hace tres años destaca la preocupación por proteger al consumidor y defender los productos locales de alta calidad, una postura que debería ser adoptada por toda la comunidad europea.
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