Punta Umbría

La Casa Natal de Picasso testimonia la amistad con su barbero, Eugenio Arias

La Casa Natal de Picasso atestigua en una exposición inaugurada ayer la estrecha amistad que mantuvo el artista malagueño con su barbero.

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 La Casa Natal de Picasso atestigua en una exposición inaugurada ayer la estrecha amistad que mantuvo el artista malagueño con su barbero, Eugenio Arias, con el que compartió confidencias sobre España, los toros o la política, y al que regaló numerosas obras.

Aquellas piezas, cedidas por el barbero a su ciudad natal, Buitrago del Lozoya, en 1982, permitieron la creación tres años después del Museo Picasso-Colección Arias en esta localidad madrileña.


Una selección de los fondos de este museo, compuesta por obras de Picasso, fotografías, libros dedicados y otros documentos y objetos se expone ahora en la Casa Natal del malagueño.

“Se percibía una especie de tensión y de respeto entre mi padre y Picasso. Se percibía como algo importantísimo ante lo cual, nosotros, los hermanitos, decíamos: 'Aquí pasa algo'”, explicó ayer a Efe Pedro Arias, uno de los hijos del barbero.

De aquella época recuerda cómo Picasso y su esposa Jacqueline se comportaron con él y sus hermanos “como un padrino y una madrina”, y, así, cada Navidad recibían sus regalos de ellos.

“Lo primero que hubo fue una amistad de hombre a hombre”, ha añadido Arias, que considera que el incalculable valor de las obras que regaló Picasso a su padre “quedó más que en segundo plano”, porque sobre todo fue “un regalo de amigo a amigo”.

También destacó que el hecho de crear el museo en Buitrago del Lozoya “fue también voluntad de Picasso”, porque según le dijo su padre, suponía “cumplir con un pacto entre los dos”.

Además de hablar de toros y de política, “les unió también su filosofía de la vida”, y ambos “llegaron a un nivel de confianza insospechable”.

“Picasso decía que la relación con mi padre era distinta: 'Arias es aparte'. Mi padre decía que lo que le decía a Picasso le pertenecía a éste y lo que Picasso le decía, le pertenecía a él. Conservó una intimidad total de lo que hablaron a nivel personal”, señaló a Efe.

Entre las múltiples anécdotas que vivió con el artista malagueño, Pedro Arias rememora la costumbre de llevarle cada cumpleaños las torrijas que cocinaba su abuela, que hacían las delicias de Pablo Picasso.

“Un día había invitados, y por cortesía se puso un montón de torrijas en mitad de la mesa. Cuando Picasso vio que les gustaban mucho a los invitados y que iban bajando en el plato, se levantó, ató la servilleta donde estaban y dijo: 'Por favor, no puede ser que las terminéis, a la cocina'”.

Arias participó en la Guerra Civil, se exilió en 1939 con el grado de capitán y, llegada la Segunda Guerra Mundial, en Francia se unió al maquis para combatir contra la ocupación nazi.

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