Sofi Oksanen, de 34 años, ha conseguido conmover a los lectores de medio mundo con una ficción que ha mostrado con más claridad y eficacia que cualquier informe científico, reportaje o programa de televisión los horrores para la salud mental y social que aún padecen hoy las víctimas de los regímenes totalitarios, entre ellos
el tráfico de mujeres, que expone con toda crudeza en el libro.
Purga, editada por Salamadra, el sello que se hizo con los derechos en la última feria de Fráncfort, dejando a otras grandes editoriales españolas con las ganas, narra la vida de varias generaciones de una familia.
Situada en Estonia en 1992, cuando la república báltica ya ha recuperado su independencia, Aliide Truu, una anciana que malvive en una casa en el bosque, encuentra en su jardín a una chica de unos 20 años: Zara, una desconocida que huye de los mafiosos que la han explotado. Esta es solo una breve pincelada de este thriller que la autora ha convertido en un gran mosaico social y psicológico.
“La literatura es una buena herramienta para conmover conciencias. Si dan una noticia en la que se dice que han muerto mil personas, la gente se conmueve pero no siente empatía hacia ellos; sin embargo, si pones el foco en un individuo o un caso, sí, y eso es lo que he hecho”, asegura en una entrevista con Efe esta escritora joven y muy singular, que lleva unas rastas azules, rosas y malvas con las que envuelve un rostro serio, de una palidez rosada, y unos ojos pintados a juego con su pelo.
Oksanen, que está de promoción por España, es consciente del interés que ha despertado, pero a ella no le quita el sueño y está dispuesta a tomar Estonia como el lugar donde hay que escarbar para mostrar, de lo local a lo universal, que “cuando un Estado no respeta al individuo estamos hablando de lavado de cerebro”.
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