Rota alberga una gran peculiaridad desde 1956 que ha conformado una idiosincrasia muy única en la provincia. La llegada del primer avión estadounidense a la Base Naval allá por el 4 de octubre de 1956 supuso un cambio en el paradigma de la localidad. Este espacio militar ha provocado un crecimiento exponencial desde su llegada y un intercambio de culturas hasta el punto de una coexistencia total, donde estadounidenses y roteños han abrazado las tradiciones, historia y cultura de ambos.
Así, como otra historia más de llegada de una familia militar estadounidense a la Villa, aparece Michael Wagner, quien en 1986 aterrizaría en el municipio. Hijo de un militar norteamericano, Michael pasó dos años de su vida en Rota los cuales quedaron grabados a fuego en su memoria, y corazón. Al igual que cualquier adolescente de la época, Michael decidió incorporarse en las filas de la cantera del juvenil del CD Rota, sin saber que aquella decisión le llevaría a conservar un contacto irrompible con la localidad.
Hace dos años, aproximadamente, nuestro protagonista accedió al perfil de Facebook del club verderón con la esperanza de recuperar el contacto de aquellos compañeros que se convirtieron en sus amigos de la adolescencia. La facilidad para interconectar que permite las redes sociales permitió que Michael Wagner pudiese, a través del perfil del CD Rota, recuperar el contacto con sus compañeros de vestuario. Su interés por volver a ver, 35 años después, a aquellas personas con las que compartió riñas, disputas y convivencia le llevó al día de ayer, al momento del reencuentro.
Michael Wagner consiguió reunirse con la inmensa mayoría de los jugadores de aquella plantilla juvenil del CD Rota de 1986-88. La mayoría de ellos padres de familia con hijos que superan con creces la mayoría de edad. 35 años después con arrugas en el rostro y canas en la cabeza recrearon sus salidas, entrenamientos y trasterías de adolescentes. Este estadounidense que quedó marcado por su experiencia en Rota, no dudó en aprovechar la oportunidad de volver tras recoger a su hijo, quien finalizó su período de estudios de Finanza y Contabilidad en Florencia mediante el programa de ERASMUS. Desde la ciudad italiana voló sin demora a la Península Ibérica con la única intención de volver a reencontrarse con sus compañeros de equipo. Y, aunque ya no se vuelvan a pasar la pelota, no desaprovecharon la oportunidad para revivir su adolescencia que como un soplo de aire se fue para regalarles recuerdos imborrables.
'Sturky', como cariñosamente se le conocía en el vestuario, nos cuenta con todo lujo de detalles sus inicios en el club, y por ende en la localidad, al afirmar que en los primeros desplazamientos en autobús se sentaba en los primeros asientos aislado debido a su falta de dominio del idioma y a la evidente poca integración. Sin embargo, con el paso de los partidos su sitio fue introduciéndose más y más en la profundidad del vehículo para sentirse uno más.
La historia de Michael Wagner refrenda las buenas relaciones que se reproducen entre dos comunidades completamente diferentes, pero que llevan más de 60 años conviviendo sin ningún tipo de problemas. Un reencuentro que refuerza la idiosincrasia de la Villa de Rota que tan fuertemente marcada ha quedado por la Base Naval. 35 años no han sido suficientes para que Michael no se olvide de sus compañeros de equipo. 35 años no son nada cuando tus recuerdos te marcan de por vida.
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