Vishuddha es, tal y como explica Lizana, "una palabra india que da nombre al quinto chakra en sanscrito. Es el chakra de la expresión y el que te conecta con tu propia voz, sin miedo y sin conceptos predefinidos. Es lo que tu voz interna te dice qué tienes que hacer. Con este disco sigo el camino que me he marcado para que suene a contemporáneo, a moderno, pero también a mi tierra".
Para el saxofonista, el actuar ante su gente conlleva acarreado, a partes iguales, un "plus" de emoción y, a la vez, de responsabilidad. "Soy de aquí y sé que la mitad del teatro serán mis amigos, familia, gente querida, antiguos compañeros, antiguos maestros..., gente que conoce tu trayectoria".
Lizana recuerda que en San Fernando ha crecido "en todos los sentidos", tanto a nivel personal como profesional, porque sus orígenes fueron "tocando en las verbenas, bares y, claro, tocar en el teatro que está a cinco minutos de mi casa hace que quieras darlo todo más que nunca si cabe".
Y es que cuando actúa fuera de este rincón del sur es cierto que su música tiene componentes contemporáneos y de apertura, pero "su paisaje está enrizado aquí, no es una música apátrida. Muchas veces la gente de por ahí no pilla mucho esa parte de flamenco que yo le meto a mis espectáculos, se cree que me lo invento sobre la marcha jeje. Aquí conocemos los códigos y está hecho para los que somos de este rincón".
Sus inicios en la música datan de cuando tenía 8 años y en el mítico Crispín, bar de copas del que su padre fue propietario y que se encontraba en la calle Veláquez. "Estando una mañana allí con él, me puso un vinilo de Deep Purple y eso me flasheo, desde aquel momento yo ya no quería juguetes, no quería calle, solo música. Quería habitar en ese mundo".
Y dentro esa variada discografía de vinilo que su padre tenía en el establecimiento no faltaba la de Camarón y Paco de Lucía. "El flamenco empezó a entrarme por ahí y, además, tengo una tía bailaora y otra cantaora. Luego, un poquito más tarde, con 13 ó 14 años empecé a meterme con academias de baile y cantaores".
Pero, ¿por qué el saxo? Antonio Lizana recuerda que lo primero que se le pasó por la cabeza era toca la guitarra eléctrica. Su madre le dijo que si quería aprender música, lo tenía que hacer de manera reglada en el Conservatorio y. recuerda, que allí lo que había era guitarra clásica, piano, clarinete, trompeta o saxo. Este último le había llamado mucho la atención en diferentes bandas de música y lo tuvo claro: "El saxo me va a servir a mi".
Llegados a este punto, el genial artista de La Isla deja una significativa reflexión. "Yo creo que al final la música está dentro y tú con el instrumento que tengas, lo sacas. Si hubiera sido guitarrista, pues también hubiera salido para adelante. De todas formas, también toco otros instrumentos un poco como la guitarra, la percusión, la flauta..., pero en el que estoy más entrenado es en el saxo y la voz".
Antonio Lizana también se deshace en elogios hacia los músicos que junto a él formarán el quinteto que el 4 de mayo se podrá ver en el Real Teatro de Las Cortes, cada uno con sus carreras individuales y siendo unos “números unos”, pero que no dudan en arrimarse a él y saber en cada momento que es lo que el espectáculo requiere para dárselo. Junto a él se subirán al escenario el bajista armenio Arin Keshishi, que vive en Ámsterdam, el batería cubano Michael Olivera, el pianista Daniel García Diego y el Mawi de Cádiz.
Por último, el cañaílla no se quiso olvidar de lo que para él ha supuesto la figura de Camarón. "Él está siempre conmigo, a mi me da mucha fuerza su figura. Él y su discografía son mis primeros referentes musicales. Yo soy hijo de esa generación, soy deudor de eso cien por cien. Me aprendí su discografía toda entera sin saber lo que era una soleá, fandango..., nada de nada. Lo que hacía era cantarlo todo como un loro. Ya luego apareció este mundo y uno empieza a interesarse por los palos, conoce a otros cantaores, a contextualizar, pero siempre llego a la figura de Camarón. Es como algo circular. Él fue el que me dio el pistoletazo de salida para que me aficionase a esta música, luego lo dejas un poco de lado, escuchas al resto de los grandes durante un tiempo y, al final, siempre vuelves a redescubrir a Camarón. Una maravilla...".
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