Mientras en el Congreso y el Senado las diablas y los diablos bailan boleros políticos, como en el poemario de Ángel Antonio Herrera, la guerra cruza la atmósfera de Europa y del mundo a bordo de un dron amenazante. Una guerra significa el fracaso de la Humanidad. Pero es que la Humanidad fracasa continuamente o va de error en error sin solución posible. Se dijo insistentemente que de la pandemia saldríamos mejores, pero hemos salido peores, como si la muerte llamara a la muerte. Las ideas progresistas se sustentan en la convicción de una mejora del ser humano lenta pero constante, pero esas ideas están cuestionadas por la realidad, de modo que es la propia ideología fundamentada en el progreso la que queda en duda, y de ahí, quizás, la honda crisis de las socialdemocracias europeas. Los drones nos amenazan desde esa Unión Soviética que ha resucitado de los libros de Historia Contemporánea como un zombi de una fallida película de terror, y el personal reserva plazas de hotel para las vacaciones veraniegas con esa alegría impostada o no con la que en el período de entreguerras del siglo XX se iba de fiesta en fiesta a los salones rebosantes de glamour como los descritos por Proust en sus novelas, solo que sin Proust.
La ministra Margarita Robles afirma que “no somos conscientes del enorme peligro de guerra que hay en este momento”. Y la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, advierte de que “la duda es cuándo empezará la próxima guerra”. Pero Pedro Sánchez reclama en Europa prudencia a los mandatarios sobre esas advertencias. Así que unos y otros se parecen al gran Miguel Mihura, que recomendaba a los recién llegados: “En el periodismo, joven, unas veces toca defender a la siderurgia contra la metalurgia, y otras a la metalurgia contra la siderurgia”. Pero avanzamos a través del tablero que Putin y Netanyahu cubren de niños muertos, de inocencia sangrada. Porque Putin puede ganar a Zelenski, Netanyahu extender (ya lo está haciendo) el conflicto bélico a toda la región, y Donald Trump regresar con sus gorrillas de feriante a la presidencia de la Casa Blanca. La amenaza de guerra es real y quizás próxima, y los países europeos se rearman como si estuviéramos en el ‘Friday’ de las bombas de racimo. Hay quien tiene miedo a la guerra, sí, pero yo compro mis periódicos de papel cada día, y la noticia hoy es que el Real Madrid es heroico semifinalista de Champions y que han eliminado al querido Atleti. La vida, de momento, sigue igual.
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