El documento más antiguo donde aparece el nombre de “romance”, usado en el sentido actual es en Proemio y Carta, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana (1398-1458).
Reduán fue uno de los personajes que aparece en un romance que narra un infructuoso ataque que en 1407 dirigió Mohamed VII, desde Granada, contra la ciudad de Jaén. En dicho ataque el rey nazarí estuvo acompañado del alcaide Reduán, que murió delante de los muros que defendían la ciudad.
Una de las versiones dice: “Reduán, bien se te acuerda/que me dista la palabra/que me darías a Jaén/en una noche ganada…”
Los autores humildes difundían su obra a través de los pliegos de cordel, así llamados porque se expendían atados a un cordel o caña. En su origen, se trataba de una hoja doblada dos veces para formar ocho páginas, que para abaratar los costos utilizaban papel de baja calidad y sin encuadernar.
Los romanceros elegían un lugar de mucho tránsito, normalmente el mercado o la plaza pública, e instalaban un gran cartelón con los diferentes grabados que representaban los momentos más trascendentes de la historia. Esta forma de exponerlo permitía que tuvieran acceso al relato todas las personas, indistintamente su estrato social.
“Hombres, mujeres y niños/mendigos y caballeros/paisanos y militares/carcamales y mancebos”. Era la forma de atraer la atención del público. Si la narración era larga, para evitar que se le marchara la clientela, realizaba varias paradas que, a veces, aprovechaba para vender todo tipo de ungüentos y cacharros varios. El final, irremisiblemente, solía ser una invitación a la compra del pliego.
La instalación de varias imprentas en la provincia de Jaén ayudó a la difusión de los romances. Las de mayor producción eran la de Campos, en Villanueva de la Reina y La Regeneración, en Jaén.
Los pliegos de cordel destacaban porque el título resumía su contenido. A modo de ejemplo, uno de ellos, acaecido en Jaén. “Verdadera relación y romance curioso, en que se refiere el caso más horroroso que sucedió este año de 1722 a 13 del mes de abril en un lugar de las cercanías de Jaén, que por justos respectos se calla, con una muger noble, y tan profana desde niña, que no bastaron castigos, ni correcciones para su enmienda: traía descubiertos los pechos, a fuerzça de los escotados, y yéndose dicho día, sin licencia de sus padres, a una fiesta popular,
visiblemente baxaron dos sierpes con alas, y asiéndose a un pecho cada una se la llevaron por el ayre, y lo demás que verá el curioso lector”.
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