Proyecto Hombre atendió en 2023 a más de 8.000 personas (8.269). Desglosando por programas, cerca de un millar -893- fueron usuarias de programas de tratamiento (437), y en los centros penitenciarios (456), y 7.376 en prevención. A estas cifras hay que sumar otras 440 personas asistidas en intervención laboral. Así se desprende de su memoria de 2023, que analiza también pormenorizadamente las sustancias con mayor demanda de tratamiento, como es el caso de la cocaína, con un 43,31%, seguida del cannabis con un 22,29% y el alcohol con un 15,28%, y que sube hasta un 43,3% cuando lo hace con otras sustancias.
Estos porcentajes se mantienen estables con respecto a 2022 tras un 2023 en el que, no obstante, sigue la tendencia al alza, aunque de manera muy leve, de las personas atendidas en los distintos programas de tratamiento, aumentando en 20 personas con respecto al año anterior.
En cuanto a los perfiles de los consumidores, según datos de este informe, el 27% de las personas atendidas por Proyecto Hombre en la provincia viven en Jerez, la edad media de los consumidores de cocaína son 37 años en el caso de los hombres y 41 en el de las mujeres.
¿Qué hay detrás de estos perfiles? Como explica el director de esta entidad, Luis Bononato, en el programa Siente Cádiz, de 7TV, desde un ”vacío existencial” a raíz por no gestionar adecuadamente un duelo o una historia personal, o la velocidad de las relaciones sociales actuales y la desinhibición que traen consigo el alcohol y las drogas. Bononato pone el foco en las adicciones que “no son visibles”, principalmente la de sustancias legales como el alcohol, medicamentos -especialmente ansiolíticos- y el tabaco, y en un cambio en los perfiles de las personas que acuden a Proyecto Hombre: cada vez van más personas que conservan su trabajo. “Esto es un cambio de perfil importante, son personas que mantienen sus relaciones laborales, sociales, pero llega un momento en el que la familia le dice: hasta aquí”.
Entre los programas de tratamiento destaca proyecto joven, con 101 usuarios. En él se atienden a jóvenes de 12 a 21 años, con trastornos en el comportamiento, consumo incipiente y/o esporádico, abuso de las TRIC, fracaso escolar y problemática familiar. Se trata de un programa, como precisan desde la entidad, que está tendiendo a la especialización con la creación y adaptación a programas específicos para trastornos en el comportamiento, grupos de habilidades sociales, como el Integrat para el trabajo con jóvenes con problemas de abusos a las TRIC (móvil, internet, juegos y apuestas online, videojuegos, etc.). Es un programa donde se trabaja con el menor o joven que presenta el problema, así como su entorno familiar más cercano y el grupo de amigos/as.
De hecho, como señala Bononato, en la práctica vienen detectando que a Proyecto Joven acuden cada vez más usuarios por problemas de comportamiento con la familia, más que por adicciones a sustancias o abusos a la tecnología. “La familia no tiene autoridad o no sabe ejercerla, reciben continuas llamadas de atención de los colegios...su hijo se porta mal en casa, hay faltas de respeto e incluso situaciones violentas”, apunta.
El foco, en la salud mental
Con 7.376 personas atendidas en 2023, 120 más que en 2022 y más del doble que en 2021 (3.444), el programa de Prevención Escolar, Familiar y Comunitaria, se encarga de dar respuesta a las demandas de asesoramiento, formación y acompañamiento en el ámbito de las adicciones a sustancias y comportamentales, tanto de familias como de profesionales de la educación y de lo social.
Por otro lado, imparte programas de prevención a niños/as y adolescentes para que puedan contar con una información veraz sobre los riesgos del consumo de las drogas, del abuso de las tecnologías y el juego, potenciando herramientas personales como la identificación y gestión de las emociones, familiares y del entorno, que puedan contrarrestar la normalización cada vez mayor del consumo de algunas sustancias, la tendencia de jugar y apostar en sectores de la población cada vez más jóvenes y mantener una relación equilibrada con las tecnologías.
En total, se han realizado 324 actividades en 65 centros educativos y 17 en otras entidades. Y es en el ámbito educativo donde también están cambiando las demandas de los talleres a Proyecto Hombre, por encima incluso de las adicciones a las sustancias y a las nuevas tecnologías. “Desde hace dos años nos están pidiendo recursos en gestión emocional: ven que los menores cada vez tienen menos recursos para superar una frustración, un desengaño amoroso con 12 años, ansiedad con los exámenes...son situaciones normales, que tienen un nivel de preocupación para todos los menores pero que no se pueden salir de madre; porque esto tiene una repercusión y unas consecuencias”, puntualiza Bononato, que pone el foco en la salud mental de los usuarios, a la que cada vez tienen que dedicarle más tiempo.
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