La ciudad de Granada sigue en nivel de "alerta" ante la situación de sequía, pese a las últimas precipitaciones que, en cualquier caso, han mejorado las reservas de los embalses, lo que podría llevar a una evolución positiva de los pronósticos si sigue lloviendo, y sin que haya en cualquier caso previstas restricciones para agua de boca ni para riego de jardines o baldeos.
Fuentes conocedoras de la evolución de la situación consultadas por Europa Press han indicado que, a 19 de marzo, el embalse de Canales, en Güéjar Sierra, con 70 hectómetros cúbicos de capacidad, cuenta con 40,7, esto es un 58,2 por ciento del total, mientras que el de Quéntar, también en el área metropolitana de Granada, está al 82,3 por ciento.
Este último embalse, con una capacidad de 14 hectómetros cúbicos, tiene en concreto 11,1 almacenados, en un año hidrológico, en el que, desde su inicio el pasado 1 de octubre, se han recogido una media de 275 litros por metro cuadrado de lluvias.
Estas mismas fuentes han detallado que el último año hidrológico completo, del 1 de octubre de 2022 al 30 de septiembre de 2023, se recogieron una media de 341 litros por metro cuadrado, todo ello en un contexto en el que el río Genil, y los embalses de Canales y de Quéntar constituyen las principales fuentes de captación de agua para la ciudad de Granada y su área metropolitana, los cuales recogen las aguas tanto pluviales como del deshielo de Sierra Nevada.
Este viernes, está previsto que el Ayuntamiento apruebe una declaración que tiene como objetivo destacar la importancia vital del agua como recurso fundamental para la vida, la salud y el desarrollo sostenibles, en su "compromiso inquebrantable con la gestión responsable" del elemento líquido, según detallaron desde el consistorio hace unos días en una nota de prensa.
Se trata también de valorar la preservación de los recursos hídricos, recordando la inversión realizada en la red de abastecimiento por más de 50 millones para "amortiguar, en la medida de lo posible", los efectos de la emergencia climática y la ausencia de precipitaciones, que han venido caracterizando los últimos años hidrológicos.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir comunicó al Ayuntamiento de Granada que había activado el nivel de "alerta" ante la situación de sequía el pasado 8 de enero, lo cual no planteaba en cualquier caso restricciones para agua de boca, por lo que no se veía afectado el consumo humano "en absoluto", ni para riego de jardines o baldeos.
Así lo apuntó hace dos meses el portavoz del equipo de gobierno municipal de Granada, Jorge Saavedra, quien informó sobre medidas contra la sequía en la capital granadina. Este nivel sucedía al de "prealerta", que estaba activado desde 2022, y es previo al de "emergencia", que ahora no está previsto que se active y sí tendría "consecuencias" para los vecinos y la ciudad en su conjunto.
El también primer teniente de alcalde especificó asimismo que con el nivel de "alerta" se había constituido un comité de sequía, compuesto por técnicos de la empresa mixta encargada del suministro, Emasagra, al que se sumaba el equipo de gobierno local.
El estado de la reserva de los pantanos que abastecen a la ciudad se situaba entonces a alrededor de un 30 por ciento por debajo del que presentaban un año antes, pasando de un 76 a un 47 por ciento de su capacidad total. El de Canales evolucionaba del 75 al 46 por ciento, y el de Quéntar, del 77 al 52.
Saavedra enfatizó en cualquier caso que el Ayuntamiento y Emasagra se habían "adelantado" a posibles derivadas de esta situación, en tanto ya anunciaron un "ambicioso" plan de resiliencia, que pasa a su vez por una inversión que alcanza en los próximos 15 años los 57 millones de euros.
El plan contempla actuaciones tanto en el funcionamiento del ciclo de agua potable y la recogida de la residual para que la red de abastecimiento sea "lo más eficiente posible" con medidas que abundan principalmente en la reducción de pérdidas y fugas en la red al mínimo.
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