Ocho décadas después de su traslado a España, el cráneo, que al parecer corresponde a un varón, de unos 30 años, ha llegado a la Universidad de Sevilla gracias a “una cadena de afortunadas casualidades”, ha explicado a
Efe el profesor de Medicina Legal de este centro Leandro Picabea.
El cráneo figuraba entre los objetos que se quedaron en la ciudad tras acabar la Expo de 1929.
Picabea ha relatado que el cónsul peruano se lo entregó a un médico sevillano que lo mantuvo bajo su custodia hasta que falleció.
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