Desde el punto de vista psicológico, las personas que se jubilan enfrentan el reto de tener que “rellenar” una serie de horas que antes dedicaban al trabajo remunerado.
Aunque en una primera etapa “no hacer nada” puede resultarles satisfactorio, con el paso de las semanas esa inactividad puede convertirse en una situación complicada, para el recién jubilado.
Encontrar nuevas opciones
Desde la IPSIA Psicólogos (www.psicologosmadrid-ipsia.com) informan que trabajar, no es solo una manera de conseguir una independencia económica, sino también “una manera de crecer como personas y de socializar”, por lo que, al jubilarse es necesario “encontrar diferentes opciones que nos permitan sentirnos valiosos tanto para la sociedad como a nivel personal”.
Todos conformamos nuestra identidad y nuestro vivir cotidiano por los factores de la familia, el entorno donde vivimos y, fundamentalmente, por el quehacer diario con nuestro trabajo, del tipo que sea, según esta plataforma.
Por eso no es raro que, al inicio, la jubilación genere un aumento de la ansiedad, dado que existe una incertidumbre sobre cómo será la vida sin afrontar horarios y obligaciones, sin relacionarse con los compañeros, sin el mismo estatus social y con nuestras relaciones familiares en un grado de intensidad diferente.
Los psicólogos de IPSIA indican que hay un cúmulo de circunstancias que van a influir en cómo se vivirá esa nueva etapa de nuestra vida y que conviene contemplar: la vida marital de la persona, así como su sexo, estado de salud, grado de dependencia con respecto al cónyuge, apoyo familiar y social, ingresos económicos y nivel de personalidad y educación.
Jubilación y sus fases
Desde ITAE Psicología (https://itaepsicologia.com) indican que la persona jubilada atraviesa una serie de fases de adaptación que comienza con la denominada “luna de miel”, que ocurre en los primeros días que siguen al momento de la jubilación.
En esa etapa “suele aparecer una sensación de estar de vacaciones, pero mejor, ya que no existe la presión de ver cómo se acaban los días libres, y la persona suele sentirse `feliz´ de estar jubilada, por lo que realiza múltiples planes y sus expectativas suelen ser elevadas”, según ITAE.
A continuación, tras las primeras semanas de “luna de miel”, llega la fase de “Desencanto”, ya que es posible que las cosas no sean como se esperaban, según indican estos expertos.
Esto puede deberse a múltiples factores, como por ejemplo: tener “dificultades para llevar a cabo todos los planes que habíamos hecho, ser conscientes del cambio económico que supone la jubilación, sentir cierta nostalgia del trabajo, enfrentarnos a nuestro ‘nuevo yo’ ”, entre otros.
Entonces es cuando pueden aparecer la ansiedad e incluso la depresión, dando paso a la fase de “Reorientación”, en la que la persona jubilada se ve obligado a buscar nuevas formas de pasar el tiempo de una forma más realista adecuada a su nueva situación individual.
Por último se llega a la que estos expertos denominan “fase de Estabilización”, que es cuando no queda otra opción que adaptarse al proceso de jubilación y aceptar individualmente el nuevo rol que tenemos que desempeñar, así como las posibilidades reales y los recursos de que disponemos para conseguir un equilibrio”.
Ventajas e inconvenientes de jubilarse
Para el experto Leandro Palomo, responsable de Salud y Seguridad de TK Home Solutions, (https://homesolutions.tkelevator.com) “es importante que la jubilación esté de alguna manera planificada”.
Añade que necesitamos ser “conocedores de las ventajas, pero también de los inconvenientes que puede tener el hecho de alcanzar este estadio y las posibilidades reales de tomar la jubilación cuando dictamina la ley, o retrasarla en función de nuestros proyectos personales”.
Sobre las ventajas, al margen de las obvias de cobrar sin trabajar y disponer de tiempo libre ilimitado, Palomo apunta que al jubilarnos podemos retomar aficiones o comenzar algunas nuevas que no se podían desarrollar estando activos laboralmente.
También se puede incursionar en determinadas prácticas deportivas, acudir a una Universidad para mayores y llevar una actividad familiar más intensa y “para bien”, asegura.
Otra notable ventaja que puede deparar la jubilación es la disminución del estrés y la depresión, ya que el estado de salud de la persona tiende a mejorar a nivel general, según Palomo.
Al jubilarnos podemos practicar ejercicio físico con mayor constancia para así mantenernos en buena forma física, y también viajar en cualquier época del año, añade.
Con respecto a los inconvenientes más habituales que se experimentan al pasar a la jubilación, este experto indica que el principal es la disminución de los ingresos y “el temor a no poder adaptarse a ese menor poder adquisitivo”.
Apunta que otras de las desventajas de jubilarse pueden ser: la posibilidad de un mayor aislamiento, la disponibilidad de mucho tiempo libre por delante todos los días, “algo a lo que algunas personas no terminan de acostumbrarse”, y la pérdida del estatus social que se había alcanzado estando en activo.
“En no pocos casos también se genera un problema familiar, dado que el jubilado tiene que convivir de forma directa muchas más horas con su entorno familiar, en el que se pueden producir roces o rechazos por parte de su pareja, hijos y/o nietos”, en lo que se denomina “vida familiar para mal”, concluye.
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