La región indonesia más castigada, donde poblaciones costeras desaparecieron barridas por las olas, fue la provincia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra, en la que pocos de los cuatro millones de habitantes de su población no perdieron ese día un familiar o un amigo.
Entre otros actos, estudiantes acehnenses, japoneses e indonesios han plantado en este aniversario flores de papel, a imitación de las que florecen en los cerezos durante la primavera, con mensajes escritos para las
víctimas del tsunami.
Fueron unos 164.000 los muertos en Indonesia, de los que en torno al 21 por ciento representa el número de personas desaparecidas y de las que nunca más se volvió a saber.
Pasados seis años, aún hay madres y padres aferrados a la esperanza de volver a ver algún día al hijo que se desvaneció aquel 26 de diciembre de 2004, también un domingo.
Banda Aceh, la capital provincial, quedó en ruinas y presentaba un paisaje desolador a quienes entraban con asistencia humanitaria, con casas derruidas por doquier, embarcaciones en las calles y muertos por todas partes.
“Nunca había presenciado algo semejante. Es increíble”, expresó en su día el ex presidente estadounidense George Bush padre cuando, acompañado de Bill Clinton, visitó la “zona cero” para evaluar las necesidades, y eso que ya habían pasado dos meses desde el sismo.
Más sufrió la costa occidental de Aceh, frente a cuyo litoral se localizó el fuerte seísmo que originó el tsunami y donde golpearon con más fuerza las olas.
Se salvaron aquellas personas que se encontraban a cientos de metros tierra adentro.
En el sur de Tailandia, donde hubo 5.395 muertos, incluidos 2.248 extranjeros de 37 naciones, y 2.817
desaparecidos, si pudo hacerse una reconstrucción detallada de lo acontecido.
Unos minutos antes de las ocho de la mañana golpeó el terremoto de 9,1 grados de magnitud en la escala
abierta de Richter, una hora y cuarenta minutos después el mar de Andaman, que baña la costa tailandesa, retrocedió un centenar de metros y cinco minutos más tarde golpeó el primer tsunami, con olas de hasta siete metros.
A los veinte minutos llegó la segunda tanda, con olas de hasta diez metros, y remató un tercer envite, con olas de cinco metros, diecisiete minutos después.
Los acehnenses que vivían frente al epicentro del sismo no dispusieron de tanto tiempo como los tailandeses para prepararse o darse cuenta de lo que se avecinaba.
Indonesia, India, Sri Lanka y Tailandia quedaron, por el número de muertos, como los lugares más afectados y donde primero recaló la asistencia internacional.
“Los logros alcanzados en Aceh desde el tsunami superan cualquier cosas imaginable hace seis años”, destacó el director para Indonesia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Stepehn Rodrigues, esta semana.
“La provincia todavía tiene retos que superar, incluida la necesidad de resucitar la economía para que cree puestos de trabajo productivos, mejorar la calidad y eficiencia de los servicios públicos y llevar estos servicios a
los pobres”, añadió Rodrigues.
En términos de pobreza y calidad de vida, el antiguo sultanato de Aceh continúa entre los territorios más paupérrimos de Indonesia.
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