“El Comunismo, simplemente, no funciona. Fue directamente horrible, algo que cuesta aceptar a un gran número de occidentales de izquierdas seducidos por sus principios teóricos”, asegura en una entrevista con Efe el director de este proyecto colectivo junto a Iona Uricaru, Hanno Höfer, Razvan Marculescu y Constantin Popescu.
“Nos cuesta aceptar que a pesar de su fracaso global en Europa del Este o de la trágica situación en Corea del Norte todavía hoy, se siga pensando que era una buena idea arruinada por la gente equivocada”, prosigue este realizador, nacido en Iasi en 1968.
Sin embargo, y tras el trágico periplo del aborto relatado en su anterior película (galardonada con la Palma de Oro en Cannes) ahora Mungiu ha apostado por el humor para abordar la tragedia de su país.
“La gente es todavía más difícil de entender que la Historia, y de una extraña manera, los rumanos parecían tener más sentido del humor en los años 80, mientras que ahora se han convertido en personas más amargas”, explica.
De ese peculiar humor está lleno Historias de la Edad de Oro, que encuentra la comicidad en anécdotas reales que se convirtieron en relatos que pasaron de boca en boca hasta convertirse en pequeñas leyendas y que reflejaban la gran tragicomedia existente entre las ambiciones e imposiciones del régimen y la realidad del país.
De hecho, esa Edad de Oro era el nombre propagandístico de lo que en realidad fue el capítulo más negro de la Historia reciente rumana. Y en ese espejo entre lo oficial y lo oficioso es donde se miran los pequeños cuentos rodados por estos seis realizadores.
La leyenda de la inspección del activista muestra los esfuerzos de un pequeño pueblo para recibir a Ceaucescu; La leyenda del fotógrafo oficial, los avatares de un fotógrafo para corregir en su imagen un error de protocolo del dictador, y La leyenda de los vendedores de aire recrea la atípica corrupción de una pareja de enamorados para poder sacar un dinero extra.
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