Notas de un lector

Mujer fatal

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El concepto de mujer fatal tiene su referente más arcaico en la mitología -Ishtar-, en la Biblia -Dalila- y en la historia -Cleopatra-.

Personajes de este tipo ocupan desde hace siglos un destacado papel en la historia de la feminidad. Al margen de la simbología que quedara acuñada en la Antigüedad, la femme fatale -también llamada en el mundo anglosajón spider woman- cobró de nuevo auge a partir del siglo XIX y XX. Además de haber sido retratada en muy diversas ocasiones por grandes literatos y artistas -Wilde, Munch, Klimt-, el género negro cinematográfico encumbró esta figura en personajes como los de Jean Simmons en “Cara de Ángel” o el de Lana Turner en “El cartero siempre llama dos veces”.
Pero también la fotografía se ha acercado hasta el origen de esta mujer fatal, y ha querido retratar en ocasiones su seductora, farsante e incluso mortífera identidad.

Tal es el caso de “La femme fatale” de Juan Salido, editado en Jerez por Williams & Humbert, que recoge veinticuatro espléndidas fotografías que reproducen la “sensualidad, expresionismo, intimidad y misterio” de estas damas, según firma en su prefacio Pilar Sánchez, alcaldesa de dicha ciudad.
No es la primera vez que Juan Salido da a la luz un conjunto de su producción fotográfica. Este jerezano, actual Director General de CajaSol, miembro del consejo asesor del Centro Andaluz de Flamenco y académico de la Real de San Dionisio, tiene en su haber una amplia bibliografía, además de contar con diversas distinciones y haber realizado un buen número de exposiciones colectivas e individuales.

En esta ocasión, Manuel Romero Bejarano ha puesto su pluma al servicio de tan bellas imágenes y no le falta razón al anotar que son éstas, representaciones “excepcionales que nos golpean con su perfección técnica, con su belleza infinita, con su hondura”.
Desde la primera y clásica desnudez de Eva hasta la estampa última de la Toreadora, la cámara de Juan Salido se apodera del reino oscuro que convocan estas hembras de moral turbulenta y poder devastador. La opción del blanco y negro demuestra que no se trata tan sólo de una apuesta para nostálgicos, sino también de una manera de detener el pasado en el presente, de convocar y conmover al observador y sensibilizarlo ante la calidad de cuanto contempla.

La rotundidad de la Olympia que en su día llevase al lienzo Manet, el juego de luces de La novia de la muerte, la desvestida perversidad que refleja Salomé, la turbadora mirada de Judith, el torso mágico y brillante de Lilith o la naturaleza tiránica que revela la inquebrantable Hipocresía, dan fe inequívoca de la destreza con la que Salido maneja el objetivo y de su amplia experiencia tras muchos años tras la cámara.
De ellas, ya tenía constancia tras conocer su encuentro fotográfico con la “India”, un pequeño pero jugoso libro de retratos con los rostros más característicos de aquel país de contrastes.

Es por ello por lo que esta femme fatale, no hace sino confirmar la pujante personalidad de un artista que sabe rentabilizar al máximo sus brillantes dotes.

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