¿Te imaginas qué habría pasado si Einstein hubiera nacido mujer? Probablemente, no sabríamos quién es, como le pasó a Grace Murray Hopper, Lise Meitner, Rosalind Franklin, Marie Anne Pierrette Paulze de Lavoisier, Ángela Ruiz Robles, Barbara Mcclintock. Es lo que se conoce como el Efecto Matilda en honor a Matilda Joslyn Gage, la primera activista en denunciar que se había ignorado, de forma sistemática, los hallazgos de brillantes científicas a lo largo de la historia.
Los niños vean que las mujeres también estamos en los espacios de ciencia y tecnología, para que no les resulte raro tener compañeras cuando lleguen a la universidad o a una empresa.El trabajo de estas mujeres fue menospreciado, se desechó y se ocultó, incluso, en muchos casos, los méritos de sus descubrimientos se los llevó algún compañero de investigación o marido. Hoy su contribución ha sido desenterrada. Químicas, biólogas, inventoras, astrónomas del pasado, ahora sirven de inspiración a las futuras generaciones gracias al AMPA Colores de Botticelli del CEIP Carmen de Burgos de Málaga capital. Las familias de este colegio de Málaga capital se han sumado al movimiento #NoMoreMatildas y han desarrollado varias actividades por el Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia.
Irene, una de las madres y profesora en la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Málaga, cuenta que “allí se ve muy bien que las niñas no llegan” a las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics). En la UMA existe el proyecto COMO TÚ, que lleva la ciencia a centros educativos a través de investigadoras. El año pasado acompañó a una compañera y este curso escolar ha querido reproducir la idea “a lo grande para todo el cole”. A través del AMPA se han coordinado con la dirección del colegio para que cada clase haya conocido a una científica y sus aportaciones. El alumnado ha desarrollado diferentes trabajos de investigación sobre las “primeras científicas” y han conocido “todo el progreso” que han desarrollado, ha indicado Marta. “Ahora saben que siempre ha habido científicas”, ha añadido Soledad.
El trabajo de clase lo han sacado a la calle este martes, convirtiendo el patio en un gran laboratorio con diferentes experimentos. Se han organizado en pequeños grupos “capitaneados por una niña”, ha explicado Soledad. Entre todos eligen a qué experimento quieren ir y en cada mesa “se les seña la actividad que han hecho en un pasaporte”. En cada puesto hay madres, abuelas y tías voluntarias, dirigiendo experimentos sobre electricidad estática, magnetismo, vasos comunicantes, robótica, etcétera. Además, se han sumado investigadoras como Juani Andreu, estudiante de doctorado en el departamento de Biología Celular de la UMA, que de forma altruista han desarrollado varios experimentos para que las niñas que participan vean que “pueden ser como nosotras”: “Ahora es un poco más común, pero cuando empezamos nuestra carrera no teníamos ningún referente cercano”.
Irene ha insistido en que el objetivo “principal” es que las niñas tengan modelos femeninos en los que inspirarse, y al mismo tiempo que “los niños vean que las mujeres también estamos en los espacios de ciencia y tecnología, para que no les resulte raro tener compañeras cuando lleguen a la universidad o a una empresa”.
Lucas, uno de los pequeños alumnos de tercero de primaria, tiene claro que las niñas y las mujeres pueden ser científicas, porque “también son importantes”. Laura, de segundo de primaria, cuenta que ha aprendido “cómo hacer pompas indestructibles o cómo son los cerebros de ratones”, mientras que Lia asegura que “les gustaría aprender más cosas”. Actividades con las que están construyendo un futuro en igualdad y lleno de oportunidades para ellas.
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