Durante un cuarto de hora, el presidente estuvo estrechando manos, haciéndose fotos y dando besos a ciudadanos procedentes de Madrid –los primeros en traspasar la puerta principal– y después de Galicia, Extremadura, Cantabria, Andalucía... y hasta de Mali.
Un numeroso grupo de Salobre, su pueblo natal, fuera de la larguísima cola que llegaba hasta la plaza de Cibeles, no paraban de gritar “¡Bono, baja, que venimos de Salobre!” y tanto insistió que el presidente Bono se asomó hasta donde estaban para saludarles.
Otros le dedicaron también algún piropo que otro y hubo exclamaciones del tipo: “bien guapo es”.
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