Según fuentes militares, el análisis de los restos de los obuses lanzados por Corea del Norte, que causaron cuatro muertos, dos de ellos civiles, revela que el régimen de Pyongyang utilizó una mezcla altamente explosiva.
El diario Joongang Ilbo señala que los obuses que estallaron en Yeonpyeong detonaron dos veces y atravesaron estructuras de cemento por lo que se trataría de bombas termobáricas, que crean ondas expansivas más potentes que la artillería convencional.
El ataque a Yeonpyeong del martes dejó 18 heridos y numerosos daños en las casas de la isla, la mayoría de las cuales sufrieron roturas de cristales por la onda expansiva o marcas de metralla en las fachadas.
Veintiséis inmuebles y seis edificios públicos resultaron dañados o destruidos totalmente por el ataque norcoreano, que provocó cortes en el suministro de agua y electricidad, además de la evacuación de casi todos los habitantes de la isla, de los que tan sólo han quedado unos 30 residentes.
El ataque del martes fue el primero en el que Corea del Norte causó víctimas civiles surcoreanas desde el atentado con bomba en un avión de Korean Air en 1987.
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