Conil

El Pasionario del Carnaval

Vaya este homenaje para un conileño cabal que ha sabido impregnarse de las tradiciones y culturas de nuestro pueblo, sin renunciar a las raíces de sus antepasad

Publicado: 21/01/2024 ·
18:30
· Actualizado: 21/01/2024 · 18:30
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  • Pedro J. Roldán Muñoz

El 18 de agosto de 1971 nacería en la Bahía de Algeciras un niño alegre y divertido con alma de aventurero. Este pasará parte de su infancia en una pequeña aldea, donde será bautizado bajo el manto de la Divina Pastora, emblema y estandarte que lleva grabado en su corazón.

Este pequeño municipio dependiente de la tierra legendaria de Guzmán, sirve de puerta sur para adentrarse en el pulmón natural de 170025 Ha. Ésta abarca parte de la Sierra Gaditana, de La Comarca De La Janda, del Campo de Gibraltar y de la Sierra oeste de Málaga.

Nuestro joven amigo de raíces facinenses, mientras los niños jugaban a las trompas y a las bolas, se dedicaba a adentrarse en el parque natural para ver cómo sus vecinos recogían leña de los arboles caídos que servían para hornear el pan que tanta fama nacional e internacional le ha dado a esta tierra. Otros hombres cargaban sus mulos y asnos con la corcha que habían extraído de los alcornoques (árboles que le dan el nombre a este paraje natural).

A este aventurero y amante de la naturaleza, lo que más le apasionaba era cuando acudía al último molino que quedaba de los seis que había a principio del siglo XX en esta pedanía. Estos al principio eran de agua, pero en los últimos las piedras eran movidas con motores. En este lugar ayudaba a su  padre y a su tío en la molienda, en el amasado y horneado del pan. Así le inculcaban el oficio familiar de panadero.

Los artesanos que elaboraban este exquisito pan eran reconocidos en toda nuestra provincia y en el resto de Andalucía. Eso provoco que al padre del pequeño explorador de las tradiciones y culturas de este bello lugar del campo gibraltareño le ofrecieran un trabajo de panadero fuera de su comarca. Este se desplazaría a un pueblo costero de la Comarca de la Janda. Así es como esta familia llegó a Conil a finales de los años 70.

Corría el año 1980, cuando tuve el placer de conocer a este niño de cuna humilde y trabajadora. Visitaba yo junto a unos amigos el barrio conocido como La Huerta de En medio, cuando nos encontramos con unos chiquillos  que querían jugar al fútbol. Pero a estos le faltaban jugadores para formar dos equipos y nos unimos a ellos para jugar. Allí fue donde conocí a nuestro personaje y a su hermano, esto sirvió para que entabláramos una gran amistad que perdura hasta nuestros días.

A mediados de esta década, esta familia llegada de tierras tarifeñas se mudaría de barrio. Fijaría su nueva residencia en Las Casitas situadas en la carretera del punto. En esta barriada tuve la satisfacción de saludar y conversar con esta amable y buena familia, ya que eran vecinos de mis abuelos paternos.

En los primeros años de los 90 surgió el bum turístico en la costa de Chiclana, se empezó a urbanizar lo que conocemos como el Novo Sancti Petri. En una noche de verano del 92 me encontré a este amigo y a su hermano en esta zona turística. Éste había terminado su turno de  camarero en uno de los primeros hoteles que se abrieron en este complejo urbanístico. Pasamos una velada maravillosa recordando viejos tiempos.

Un día de febrero hace aproximadamente 20 años, viendo las retrasmisiones que hacía del concurso del carnaval de Cádiz en una cadena local  de la Capital gaditana, me quedé sorprendido al ver cómo salía en pantalla una entrevista que le hacían al conileño que siempre mantiene viva su señas de identidad. Éste le relataba al desaparecido Paco Rosado las penumbras que había pasado para conseguir las entradas para entrar en el Falla, aguantando frío y lluvia en cola durante varios días y noches.

Contaba que aguantaba el tiempo que hiciera falta, porque su gran pasión por las coplas de Carnaval le daba fuerza para aguantar vientos y mareas, con la única misión que animar con sus piropos a los carnavaleros que se rompen la garganta por piropear a su tierra y hacer una crónica cantada de los sucesos acaecidos durante el año anterior. Paco le llamaba paisano, ya que este chico le recordó sus vivencias en nuestro pueblo.

Yo conocía la devoción por la Semana Santa de este joven, pero no del carnaval, ya que lo había visto cargando pasos y acompañando a la Hermandad de la Borriquita como hermano de ésta. Ese día descubrí que, como buen gaditano, era fiel a sus tradiciones y en febrero enloquecía con los compas del 3x4 y en abril quedaba embrujado por los quejíos pasionarios de las saetas.

Este pasado verano este cargador gaditano con alma carnavalera, tuvo el placer de dar el pregón de inicio a las fiestas patronales de la tierra de sus ancestros. Aquel no fue un pregón cualquiera, fue una demostración de sentimientos y amor por Facinas. Sin olvidarse de su pueblo residencial, tenía el corazón partido entre el verde de la campiña y el azul del mar.

Vaya este homenaje para un conileño cabal que ha sabido impregnarse de las tradiciones y culturas de nuestro pueblo, sin renunciar a las raíces de sus antepasados.

Miguel Ángel Santander conocido popularmente como Copiki. Pasionario del carnaval y devoto de la Semana Santa.  

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