Con su papel de joven atormentado en la producción teatral Equus, el West End londinense ya pudo comprobar que Radcliffe no se conformaría con ser recordado como el niño que creció como protagonista de una de las franquicias más taquilleras de la historia del cine.
“Realmente confío en que el público pueda verme como alguien diferente y me siga apoyando a partir de ahora”, declaró ayer Radcliffe, que presenta estos días en Londres The Deathly Hallows, la primera parte de la última entrega de una saga de la que ha dicho que es “un genial comienzo” para el resto de su carrera como actor.
“Creo que teníamos solo 16 años cuando Emma Watson, Rupert Grint y yo fuimos premiados por la revista Empire por nuestra ‘destacada contribución al cine’, así que no podemos negar que Harry Potter ha sido un gran trampolín para nuestras carreras”, explicó el actor, que ya tiene 21 años.
Guarda las primeras y diminutas gafas que lució para caracterizarse como Harry Potter y lloró el último día de rodaje de la saga, pero Radcliffe reconoce que ha sido “un alivio” terminar esta etapa y confía en que, “después de haber participado en una serie de películas tan importantes para la industria cinematográfica británica”, tendrá oportunidad de hacer otras cosas que le permitan seguir creciendo como actor.
De momento, ya prepara su vuelta a los escenarios con la obra How to Succeed in Business Without Really Trying, un musical que se estrenará en Broadway (Estados Unidos) la próxima primavera, y será el protagonista de la producción cinematográfica independiente Woman in Black.
Sin embargo, el joven, que debutó en el mundo de la actuación con tan solo 10 años en el telefilme David Copperfield, no se deja llevar por la fama y el dinero atesorados en su precoz aunque intensa carrera y afronta con humildad su futuro tras cerrar la etapa como Potter.
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