La vista, que continuará el viernes, supondrá para el dirigente abertzale -en prisión desde hace algo más de un año- la primera ocasión de pronunciarse públicamente sobre el anuncio de cese de las "acciones armadas ofensivas" hecho por ETA el pasado mes de septiembre, que ha alimentado los rumores sobre un hipotético retorno a la legalidad de Batasuna.
Otegi -para quien la Fiscalía solicita 18 meses de cárcel y el Foro Ermua cinco años de prisión- alegará que el acto del velódromo donostiarra, en el que se hizo pública la llamada "declaración de Anoeta", había sido acordado con el PSOE, lo que supuestamente tratará de demostrar con el testimonio, solicitado por su defensa, del presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren.
"Para que dicha propuesta se pudiera presentar fueron necesarias muy diversas conversaciones y acuerdos entre la Izquierda Abertzale y el Partido Socialista Obrero Español, conversaciones en aquel momento todavía no públicas, que asimismo hicieron posible la celebración del acto en el velódromo de Anoeta", señala el dirigente abertzale en su escrito de defensa.
Asegura además que lo que allí se presentó fue "un método de solución del conflicto político" basado en el diálogo y el reconocimiento de derechos para crear un marco democrático "donde todos los proyectos podrían llevarse a cabo en ausencia de toda clase de violencia".
Sin embargo, la fiscal Teresa Sandoval explica en su escrito de conclusiones provisionales que Otegi comenzó su alocución, que se prolongó durante 45 minutos, "subrayando que era un acto ilegal, de una formación ilegal y con un portavoz ilegal".
El acto había sido anunciado por Otegi y los también acusados Joseba Permach y Joseba Álvarez -que también se enfrentan a dos años de cárcel y 12 años de inhabilitación absoluta- en una rueda de prensa el 21 de octubre de 2004, cuando comparecieron junto a otros miembros de la Mesa Nacional para anunciar "un nuevo posicionamiento político" que Batasuna daría a conocer en el velódromo.
Diez días después, Otegi y Permach presentaron en San Sebastián el cartel del evento, que se celebraría bajo el lema "Orain Herria, Orain Bakea" (Ahora el pueblo, ahora la paz).
Álvarez se reunió el 13 de noviembre con distintos medios de comunicación en el recinto, que él se había encargado de alquilar "en calidad de promotor de un acto político", para lo que firmó un acuerdo con el Patronato donostiarra de Deportes.
El acto, finalmente, arrancó a las 17:15 horas del día siguiente "con carteles de Batasuna cubriendo las vallas interiores del velódromo, así como diversas banderas de la formación ilegal y su logotipo en el atril de oradores", según la Fiscalía.
Permach fue el primero en intervenir para constatar el "éxito de la convocatoria -asistieron unas 15.000 personas- y dar paso a las siguientes actividades previstas.
Así, explica la fiscal, se proyectaron en una pantalla gigante, "con claro propósito de elogiar y homenajear a la banda terrorista", un vídeo recopilatorio de detenciones de miembros de la organización, comunicados de ETA, concentraciones a favor de sus presos y pintadas.
Se sucedieron además las imágenes de etarras ya fallecidos, desde la de Francisco Javier Etxebarrieta Ortiz -muerto en 1968 en un enfrentamiento con la Guardia Civil- hasta la de Oihane Errazkin Galdós, que se suicidó en 2004 en una prisión francesa.
Todo ello terminó, añade la representante del Ministerio Público, con los gritos del público asistente coreando "Gora ETA militarra" y un "sonoro y multitudinario 'ETA, herria zurekin' (ETA, el pueblo está contigo)".
Para el Foro Ermua, que ejerce la acusación popular y pide para los tres acusados 5 años de cárcel y 20 años de inhabilitación por enaltecimiento, desobediencia y reunión ilícita, el de Anoeta fue un "acto de propaganda" convocado para reunir fondos para Batasuna y homenajear a los terroristas.
En su escrito de acusación, subraya que no puede considerarse como una opción "para finalizar democráticamente con el terrorismo", sino una "propuesta estratégica de ETA" de la que Permach asumió su dirección y Otegi el protagonismo al ser el "orador y quien habla en último lugar antes de expulsar a los periodistas" del acto, que concluyó con siete encapuchados repartiendo ejemplares de zutabes.
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