En una entrevista en el diario 'El País', González se refiere a este episodio de la lucha antiterrorista --que sitúa entre 1990 o 1989-- como "las tripas del Estado". "Nuestra gente había detectado _-no digo quiénes_ el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo", ha narrado el ex presidente del Gobierno.
"Se localiza lugar y día --continúa González--, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil (...) En aquel momento solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir (...) La decisión es sí o no. Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto".
González añade que no descartó aquella operación contra la cúpula de ETA por "razones morales". Previamente, había hecho una defensa cerrada de los responsables de la lucha antiterrorista en aquel momento, el que fuera ministro del Interior, José Barrionuevo, y el secretario de Estado, Rafael Vera --de ambos dice que no se lucraron de sus cargos públicos--. En esto, incluye el uso de los fondos reservados, de los que González dice que es "una discusión absurda" plantear cómo se utilizan estos caudales públicos que, añade, son "legales y al mismo tiempo ilegales".
De esta forma, tras admitir que los problemas de corrupción de su Gobierno "fue una de las cosas que más les desgastó internamente" --por esta razón, dice, nunca ha querido ocupar ningún cargo institucional tras abandonar el poder--, González es preguntado por los secuestros y asesinatos que afectaron a las estructuras del Estado, afectando a ministros, secretarios de Estado o directores generales. A lo que contesta: "Es que eso no es verdad". Fue condenado un ministro como José Barrionuevo. Ninguno estuvo implicado en ningún asesinato. Ninguno. En el secuestro de Segundo Marey... es mentira".
CASO LASA Y ZABALA
González se refiere al general Enrique Rodríguez Galindo, condenado a 71 años por secuestro y asesinato, para defender que "aún hoy" le sigue pareciendo "un gran tipo" a pesar de que sólo lo conoció personalmente "después de que saliera de su responsabilidad". "General al que visitaba cada dos o tres meses el líder del PP de la época en el cuartel de Intxaurrondo, en tanto que yo jamás lo había saludado ni había conocido. Lo conocí cuando lo procesaron porque le llamé para conocerle", añade.
El ex jefe del Ejecutivo dice estar "seguro" de Galindo es inocente de lo que le condenaron sin que se respetaran "las garantías" procesales y, concretamente sobre los asesinatos de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabale, precisa que también está "seguro" de Galindo "ni participó ni dio la orden". "Ahora te podría decir: pues no lo sé, y salvar mi responsabilidad. Pero es que estoy seguro. Las pruebas negativas no existen, pero estoy seguro de que Galindo no fue responsable de aquello".
CASO SEGUNDO MAREY
González se refiere a continuación al caso del secuestro de Segundo Marey y, aunque advierte que "todavía hoy no se puede contar eso", explica: "A Segundo Marey lo salva la orden de Pepe Barrionuevo para que lo suelten cuando se entera de que está detenido". Asimismo, se detiene en un aspecto de la detención de Marey: "Nadie ha estudiado ni va a estudiar por el momento, ni yo lo pido, qué era o qué significaba Marey en la cooperativa de Bidart... y lo relacionan erróneamente con una especie de intercambio de chantaje con secuestrados que teníamos, con mentira en fechas".
Esta cuestión, explica, trató de demostrarlo en el Tribunal Supremo "en la única ocasión" en la que le dejaron "hablar". "Y no me admitieron una prueba: tenía el intercambio de las comunicaciones telegráficas con Francia para reconstruir aquello. Pero el que da la orden de que lo suelten es el ministro", explica.
LA CORRUPCIÓN
González hace un repaso a su infancia y adolescencia, su llegada a la Moncloa o la relación con sus hijos y nietos. También se refiere en varias ocasiones a cómo le afectaron personalmente los casos de corrupción. "Lo viví, primero, con absoluta incredulidad, y después con sufrimiento", reconoce, y más adelanta, precisa: "Para mí fue una gran decepción, una gran frustración y probablemente una de las razones por las que decidí no hacer más política institucional".
El que fuera presidente del Gobierno entre 1982 y 1996 desvela que la corrupción le "golpeó mucho" en su "fortaleza emocional", y todo "a pesar de que todavía siguen diciendo por ahí la cantidad de fortuna o dinero que tengo". No obstante, reconoce que "no se quiere morir sin tener una casa" a las afueras de Madrid, aunque no se la puede hacer. "No tengo dinero para hacérmela", asevera, "si tuviera el ahorro para comprarme una casa, ahora que están baratas, lo emplearía en eso".
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