“Me tienen odio porque en mi casa nunca ha faltado un duro y en la suya sí”, declaró ayer durante la primera sesión de la vista oral del juicio A. G. B, quien dijo que hacer algo así sería “de estar loco o pervertido” y añadió que desde hace años sufre impotencia a consecuencia de un tratamiento contra la epilepsia.
Según el escrito de acusación, los hechos se remontan a momentos indeterminados entre 2007 y 2009 en la localidad granadina de Padul y cercanías, donde A. G. B, que es tío abuelo de algunas de las víctimas y con todas mantiene algún grado de relación familiar, realizó tocamientos a las menores, las incitó a desnudarse, las forzó a masturbarle y a realizarle felaciones y llegó a intentar penetrarlas.
La Fiscalía señala en sus conclusiones provisionales que aprovechaba momentos en los que estaba con ellas a solas, como en su furgoneta, en su casa o mientras les enseñaba a nadar en una alberca, para mostrarles revistas y películas de tono pornográfico y amenazarlas con “buscarles la ruina” si decían algo a sus padres.
Las víctimas declararon que tenían de 5 a 9 años cuando comenzaron los abusos, que se llevaban bien con A. G. B, pero que las “obligaba a hacer cosas”, que no entendían “lo que era eso” y que se sentían “amenazadas” y “asustadas”.
Asimismo, señalaron que en alguna ocasión les ofreció dinero por tocarle y que a veces estaban presentes cuando se producían los abusos a otra de ellas, o incluso participaban nietos de él.
Una de las madres explicó en el juicio que descubrieron lo que había pasado a raíz de un comentario de una de las menores, que al ver comer helado a otra hizo alusión a una felación que había visto en una revista, momento en el que relataron los abusos.
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