POR PEDRO SEVILLA
La semana pasada se celebró un importante acto literario en el salón del Círculo de la Unión, en el Casino. El Círculo de la Unión, y eso es digno de encomio, viene en los últimos tiempos acogiendo actividades culturales prestigiosas como esta que hoy contamos aquí.El acto en realidad constó de tres actos. En primer lugar un recital poético a cargo de poetas que se formaron en torno a la revista ‘Plumabierta’, nacido en los años noventa, como Manuel Barba Durán, Alfonso Oñate, María Ángeles Vázquez y Antonio Juan Sánchez Toro, seguido de una intervención de Pedro Pérez Lineros que, precisamente, realizó un recorrido histórico sentimental sobre la trayectoria de dicha revista, y para culminar la presentación del libro ‘Calendario para un mayo con nieve’, primer libro del poeta arcense Juan Carlos Ruiz Redondo. Para la ocasión, leyó algunos de sus poemas, cuajados de infancia y melancolía, y se hizo acompañar por la voz y la guitarra de Francis Lozano, quien puso música a alguno de esos poemas. Después de la presentación hablamos de cosas que salen en esta entrevista.
El viernes veintidós, o sea, en vísperas navideñas, ha presentado usted en el Círculo de la Unión su poemario “Calendario para un mayo con nieve”. El salón del mencionado centro cultural estaba rebosante de oyentes. ¿Qué tal le ha parecido la acogida a este su primer libro?
–En primer lugar, creo que está generando sorpresa porque muchos desconocían esta faceta mía, por lo que ha provocado cierta expectación y curiosidad. Ahora toca esperar, todo lo que me llega es muy positivo pero aún es pronto para hacer valoraciones objetivas.
Hablando de estrenos, de primer libro. Tiene usted cuarenta y tantos años. Esto no es indiscreción porque lo dice su libro, así que ahí va la pregunta: ¿Es poéticamente indeciso? ¿Le ha costado dar el paso? Lo digo entre otras cosas porque hoy hay poeta que se atreve a publicar con quince, con dieciséis años, e incluso menos. Yo siempre digo que ya se arrepentirán. Usted, al menos de impaciente no ha pecado. Repito: ¿es indeciso? ¿le ha costado decidirse a publicar?
–Pues sí. A lo largo de los años he sido inconstante en mi producción literaria, tras la época universitaria he escrito bastante poco porque he tenido otras prioridades. He ido colaborando con algunos textos en ‘Plumbierta’, pero hasta ahora, no había creado nada que me pareciera interesante para ser publicado, que pudiera aportar algo a la poesía. Escribía poemas sueltos, con un cierto estilo propio, pero sin una idea demasiado clara hacia donde ir. Desde hace tres o cuatro años estoy en un momento creativo más constante y he conseguido darle una forma conjunta a una creación literaria como tal, superando mi propia autoexigencia, de ahí la publicación.
Los que asistimos a la presentación pudimos oír en muchas ocasiones la palabra infancia, memoria, proyectos, adolescencia, sueños, decepciones. ¿Es su libro una especie de autobiografía poética, de reelaboración y recreación de un mundo ya clausurado?
–Tiene bastante de eso. En un principio, esta obra se llamaba “Pasado”y reflexionaba sobre mi vida, realizando un balance de ella desde mi perspectiva actual. Aunque queda bastante de aquello en la obra, posteriormente fui introduciendo otros matices más discursivos sobre el amor, la paternidad, nuestra existencia… De forma que hay mucho de recreación del pasado que he usado como base para valorar los temas universales y enlazarlos con el presente y con el futuro.
He notado en algún poema una serena desilusión, o una quizás sosegada aceptación de las rebajas en las expectativas que nosotros mismos nos creamos. ¿es así?
–Completamente. Con el paso de los años se atemperan las expectativas y comienza la aceptación de la realidad. Aprendemos a vivir en las escalas de los grises, somos más conscientes de nuestra fragilidad y aceptamos las limitaciones que tenemos para transformar el mundo. De jóvenes queremos cambiar nuestro pueblo y de mayores nos conformaríamos con cambiar al menos una calle. Creo que eso es la madurez.
Usted formó parte, años noventa, de unos grupos juveniles que, por motivos laborales, estudiantiles o de otro tipo, escogieron la siempre difícil senda de la emigración. Gente de su quinta hay dispersa por toda España, por toda Europa. Eso, de forma velada, esa emigración a veces física, otras veces sólo sentimental, aparece también en su libro. ¿Qué buscaban ustedes, y al decir ustedes me refiero a los chavales que andaban en torno a la revista ‘Plumabierta’?
–’Plumabierta’ nace como un ejercicio de rebeldía; la necesidad de crear un espacio propio de creación sin tutelas. En el tiempo, eso coincide con la búsqueda de oportunidades laborales y formativas fuera de nuestra ciudad, incluso para algunos, de nuestro país. A partir de ahí el retorno es complejo porque se comienzan a generar relaciones y compromisos con otros lugares. Volviendo a la pregunta, nos buscábamos a nosotros mismos y creo que, poco a poco, nos vamos encontrando.
Preguntaré al modo machadiano: ¿Qué poetas tienen en su pecho un altar?
–Pues precisamente, soy muy de Antonio Machado; aunque si tengo que elegir, mi obra de referencia es “Poeta en New York” de Federico García Lorca. También ha influido mucho en mí, la obra de un poeta de Arcos que no sé si conoce, se llama Pedro Sevilla...
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es