Ya lo dijeron estos últimos días en los ensayos. Lo suyo había sido pura conexión. Y la noche del jueves lo demostraron sobre el escenario del teatro Villamarta con una reinterpretación de los villancicos navideños y unos clásicos a capela con los que demostraron que su potencial en la lírica y el flamenco no tiene límites y que pueden, como se dice en Jerez, con lo que les echen.
La versión instrumental de Campanas sobre Campanas era el preludio de un espectáculo navideño que fue de menos a más con picos magistrales y emocionantes en la segunda parte. La primera oportunidad para ver cómo empastaban las voces de la soprano y de la cantaora, con un quejío inconfudible y hasta nostálgico del gran Fernando Terremoto, llegaba con Canción de cuna para un niño sin cuna y con las Bulerías de los Reyes Magos.
Después hacer lo propio con Rosas y Claveles y Madre en la puerta hay un niño, Arteta, que de nuevo evidenció por qué es una diva de la lírica, pasaba a presentar a la “maestra” con una declaración de amor hacia el flamenco y hacia María, con la que se mostró protectora y brindándole el mismo calor de una madre a una hija. “Tiene 23 años. Podría ser mi hija, verla es quererla; es una maestra y es la voz más universal que va a dar el flamenco. Tenemos María Terremoto para muchos años. Yo amo el flamenco –proseguía- ¡Qué pena no haber nacido en Jerez!”. Ya solo con eso se tenía ganadas las palmas del respetable por bulerías. Y la noche no había hecho más que empezar. Quedaba más de una hora por delante.
Era el turno de María, que ha revolucionado el panorama flamenco pese a su juventud y es reclamada ya por grandes artistas. La cantaora se llevaba al público de calle empezando Campanilleros por seguiriya y se “rajaba las entrañas” cuando miró al cielo y presentó Diciembre, el villancico de su padre. “Mi deber y mi labor es dar a conocer sus obras y esta me raja el alma. Con todo mi amor para mi padre”. Las palmas por bulerías no tardaron en llegar para apoyar a una María emocionada y que se hizo grande en el escenario al homenajear a su padre.
Pero la magia siguió reivindicándose con dos momentos brillantes: la interpretación de Ave María sin megafonía por parte de la soprano y de Adeste Fideles en latín y en español de las dos juntas. Solo estaban ellas y sus voces. No necesitaban nada más e incluso se atrevieron a regalar al público una inmersión en un coro góspel, con su brillante versión de Go tell it on the mountain. Ya una no sabía si seguía en el Villamarta o en un teatro de Nueva York.
Camaleónica como ella es, Terremoto se llevaba a Cuba a Los peces en el río antes de pasar a los bis y Sembrar la Navidad. Haciendo honor al título de este espectáculo navideño, el villancico ¡Que suenen con alegría! despedía la última noche de noviembre con dos artistas entregadas que avisaban de que “sí volveremos más”. Será solo en unos días. El próximo 8 de diciembre en el coliseo jerezano y ya lo tienen todo vendido.
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