La sentencia de la Sección Séptima, a la que ha tenido acceso Efe, dice que desde su infancia la pequeña se quedaba al cuidado de la familia de M.C.M, dado que su madre salía a trabajar a las 5 de la mañana, por lo que la menor llamaba a esta mujer “tata” y entabló con ella “una intensa relación de cariño”. Dice la sentencia que el acusado, con la finalidad de satisfacer sus deseos sexuales y “aprovechando la situación de superioridad derivada de esa relación casi paterno-filial”, comenzó a entrar en la habitación de la niña, a realizarle tocamientos en los órganos genitales y a mostrarle revistas pornográficas.
El acusado obligaba a la niña a masturbarle y, cuando la niña le preguntaba por qué hacía aquello, contestaba que “cada hombre tenía un niño para él” y que lo hacía “para enseñarla y prepararla para cuando fuera mayor”. Al crecer, la menor “fue tomando conciencia de lo que realmente pasaba” y al cumplir los 14 años comenzó a eludir al acusado, “negándose a partir de entonces a acceder a lo que le solicitaba”, añade la sentencia.
Como consecuencia de los abusos, la joven sufre “secuelas psicológicas por trastorno de estrés postraumático, desajustes emocionales consistentes en ansiedad, inseguridad y sentimientos de indefensión, sentimientos de culpa, baja autoestima y una imagen negativa y recelo a la figura masculina”, afirma la sentencia.
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