La Asamblea General de la ONU fijó en 2013 que el 19 de noviembre fuera desde entonces el Día Mundial del Retrete. El objetivo es lograr que el acceso a una instalación segura para evacuar sea una realidad en todo el planeta, lo que evitará la propagación de enfermedades, dará seguridad especialmente a niñas y mujeres y protegerá asimismo al medioambiente.
Este año, la campaña de Naciones Unidas se centra en el colibrí, un pájaro "pequeño pero poderoso" ya que una fábula narra cómo uno apagó un incendio llevando gotas en su pico. En la vida real, cualquier acción, por pequeña que sea, puede ayudar a resolver un problema como el de lograr que todos dispongan de un inodoro, una forma de salir también de la pobreza.
Origen del retrete
La palabra retrete tiene muchos sinónimos, desde los más finos como servicio, baño, toilette o clóset a los más usuales como aseo, váter o WC y otros más vulgares como inodoro, excusado, letrina e incluso trono o tigre.
La Real Academia Española (RAE) lo define como "aposento dotado de las instalaciones necesarias para orinar y evacuar el vientre".
Pero, ¿cuál es el origen del retrete?
En el Antiguo Testamento se puede encontrar una de las primeras referencias sobre dónde hacer de vientre. Es Moisés en Deuteronomio 23, 12-13 quien establece: "Tendrás fuera del campamento un lugar donde agacharte para hacer tus necesidades, llevando a más de las armas un palo, con él harás un hoyo para agacharte y después de haberte agachado taparás tus excrementos".
Cavar un agujero en la tierra y ponerse de cuclillas ha sido, por tanto, el antecedente del retrete. La postura sí que sigue siendo hoy en día la más usual en Asia o en África frente a otros continentes como Europa, donde nos sentamos, pero para todos es esencial contar con un espacio apropiado para la higiene.
Inodoros de piedra donde socializar
Griegos y romanos han dejado pruebas de la evolución en la forma de llevar a cabo el proceso biológico básico del que estamos hablando, desde ponerse de cuclillas sobre un recipiente y luego echar el contenido a la calle o contar con una letrina más privada, donde se arrojaban también los restos de la comida.
En Pompeya y otras ciudades italianas, en Túnez u otros lugares con restos romanos se suele mostrar a los turistas, incluso para que se hagan fotos, unas letrinas públicas de piedra.
Consistían en agujeros en fila sobre un banco ancho y largo de piedra o mármol para que cada persona se sentara sobre un hueco mientras hacía de vientre y, además, sociabilizaba.
Debajo del asiento circulaban los desechos a través de un canal de agua.
Otros ejemplos son los restos arqueológicos de retretes de piedra en forma de cubo grande con un agujero en el medio y un conducto en la parte delantera encontrados en la histórica Ciudadela de David, en Jerusalén, datando de la Edad del Bronce.
Diferencias económicas y de género
Como suele pasar en todas las épocas, las clases altas o las gentes adineradas fueron las que primero tuvieron "lujos" para hacer sus necesidades, con inodoros dentro de sus viviendas, en espacios privados o a través de cómodas sillas de madera con orinal incluido denominadas "dompedros".
Precisamente al orinal se le ha dedicado un museo en España, en Ciudad Rodrigo (Salamanca), donde se exhiben 1.350 piezas de 29 países. Hay orinales de cerámica, latón, barro, madera, porcelana, aluminio, cristal o hierro y el más antiguo es de origen islámico del siglo XIII.
Y si fue el inglés John Harrington el que inventó el baño con cisterna en 1596, sería el mecánico escocés Alexander Cummings el que patentó en 1775 el inodoro moderno, incorporando un sifón en el desagüe.
No hay que dejar de citar, por lo que supuso en la historia del arte, la "Fuente" (1917) de Marcel Duchamp, en verdad un simple urinario y que se convertiría en una de las obras más influyentes del siglo XX.
Pero las desigualdades para el acceso al más simple de los váteres se siguen produciendo.
Tener que defecar al aire libre conlleva la propagación de virus, bacterias y enfermedades que matan a cerca de mil menores de 5 años cada día, según Naciones Unidas, que también destaca en sus informes la vulnerabilidad de las niñas y mujeres.
No tener acceso a un váter con privacidad es indigno y mucho más peligroso para el género femenino, bien por sus fases de menstruación como por el riesgo a sufrir agresiones sexuales. De hecho, muchas mujeres deben esperar a la noche para hacer sus necesidades en el exterior.
Además, no contar con agua para lavarse las manos después de defecar provoca más de 800.000 muertes anuales por diarrea y otras patologías intestinales.
Proteger el medioambiente
En un tiempo en el que se presume de intentar proteger el medioambiente en todo, en los baños también se han buscado soluciones, desde los váteres suspendidos para eliminar recovecos donde se acumule suciedad a cisternas empotradas con moderna tecnología de descarga para ahorrar litros de agua.
El tradicional modelo japonés de integrar en el inodoro un bidé, es decir, un chorro de agua, se ve ahora una fórmula perfecta para evitar el gasto de papel higiénico.
Además, esa es la base para "lo último" en retretes, los "smart toilets", uniendo precisamente inodoro y bidé, con ajuste de temperatura del chorro de agua, calefacción en las tapas, desodorizacion e incluso luz LED para la noche.
Proteger la naturaleza también pasa por tratar los deshechos en el mismo inodoro para que se conviertan en fertilizantes que llegarán a los cultivos o que siempre se filtren bien las aguas residuales antes de llegar a los ríos.
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