Andalucía

Salen a la luz en Dinamarca las cartas de Unamuno que atestiguan su pasión por Kierkegaard

"Sigo con Kierkegaard al que me he propuesto leerlo entero", dice Miguel de Unamuno en una de las cartas ahora recuperadas

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  • Camino del destierro. Unamuno en Cádiz 1924 -

El viaje de Estado de los reyes a Dinamarca ha servido para que salgan a la luz en Copenhague las cartas de Miguel de Unamuno que atestiguan su conexión con el filósofo danés Soren Kierkegaard, gran admirador a su vez de Miguel de Cervantes.

Mucho antes de que a España llegara la novela negra nórdica de la mano de la trilogía "Millennium" de Stieg Larsson y de que las series danesas se hicieran un hueco en las plataformas de "streaming" por obra y gracia de "Borgen", la cultura escandinava franqueó fronteras para llegar, ver y vencer en territorio peninsular.

Antes también de que TVE emitiera en los años 70 la serie Pippi Langstrump, basada en los libros de Astrid Lindgren, y de que en todas las casas se leyeran los cuentos originales o versionados de Hans Christian Andersen hubo otros autores venidos del norte que despuntaron en España.

A menor escala, eso sí, porque entonces el "mainstream" no tenía cabida.

Unamuno y Kierkegaard: una fascinación literaria y religiosa

"Sigo con Kierkegaard al que me he propuesto leerlo entero", dice Unamuno (Bilbao 1864-Salamanca 1936) en una de las cartas ahora recuperadas por la biblioteca de la Universidad de Copenhague para la visita de Felipe VI y la reina Letizia.

La misiva va dirigida al hispanista danés Carl Bratli, con quien se escribió durante años y a quien contó la fascinación que sentía por el filósofo existencialista y cómo aprendió danés para poder leer sus obras en el idioma en que fueron escritas.

"Miguel de Unamuno conoció la lengua danesa a la perfección", cuenta a EFE Ana Chaguaceda, directora de la Casa Museo de Unamuno, donde se conservan varias cartas de Bratli al autor de "Niebla".

Para algunos investigadores, señala Chaguaceda, Unamuno fue el primer europeo que de una manera tan entregada se acercó a Kierkegaard (1813-1855) a través de sus lecturas, un interés que comenzó en los primeros años de 1900 cuando ya era rector de la Universidad de Salamanca.

En la que fue la casa de Unamuno en Salamanca, hoy convertida en museo, se pueden encontrar varios ejemplares de las primeras ediciones del filósofo danés.

"La lectura de la obra de Kierkegaard produce una gran impresión sobre Unamuno y no hay duda alguna de que leyó casi toda su obra con sumo interés", señala Chaguaceda, quien relata que el escritor y filósofo español fue adquiriendo los sucesivos volúmenes (14) de las obras completas del danés "que, por fortuna, se conservan en su biblioteca personal, todas ellas con anotaciones, traducciones en los márgenes y párrafos subrayados que debieron causar especial impresión en él".

Aunque Unamuno leyó a otros autores daneses y se carteó con otros tantos, es en los textos con Bratli donde desvela el impacto que la obra de Kierkegaard tiene sobre él. "Cada día me interesa más", dice en una de las cartas para, a continuación, reconocer que el danés no es fácil de leer por lo "difuso" que es y por las repeticiones de ideas y planteamientos.

Pero la influencia del autor de "Temor y temblor" en Unamuno, según han constatado diferentes y abundantes estudios sobre el tema, es evidente.

Dos existencialistas ante la vida, la fe, el pecado o la angustia

"A través de sus lecturas encontró a un pensador que, como él, sufría y sentía inquietudes parecidas a las suyas. A los dos se les suele considerar como filósofos existencialistas pero con diferencias y soluciones de planteamientos en temas como Dios, la vida, la fe, el pecado o la angustia", remarca la directora de la Casa Museo de Unamuno.

La huella del danés es visible en obras como “Del sentimiento trágico de la vida”, en la que menciona en varias ocasiones el nombre del filósofo de Copenhague, así como en “Niebla” o en la figura del protagonista de “San Manuel Bueno, mártir”, según se recoge en la revista Ínsula.

Los escandinavos suelen aludir con frecuencia al "hilo rojo", esa conexión invisible que une a personas, situaciones e historias. Y esta historia de cartas, filosofía y admiración se teje también con la que profesaba Kierkegaard por el más célebre autor español, Miguel de Cervantes.

El deseo nunca cumplido de Unamuno

Unamuno y el fundador del existencialismo compartían su veneración por Cervantes, que les precedió y del que son deudores. No solo es comprobable que el pensador danés leyó "el Quijote", pues se refiere a la obra cervantina de forma explícita a lo largo de toda su producción, sino que además hay afinidades de calado entre ambos, en especial en su interés por la subjetividad.

"Sigo con mi deseo de visitar esas tierras escandinavas, pero cuándo? No lo sé", escribía Unamuno a su amigo Bratli en una de sus cartas. Un deseo que nunca vio cumplido.

Estas palabras escritas a pluma y tinta negra en una grafía ligeramente inclinada descansan en esas tierras encandinavas, en la Biblioteca de la Universidad de Copenhague, ahora ya visibles, atadas por el hilo rojo que une al que fuera rector de la Universidad de Salamanca, a Kierkegaard y a Cervantes, mucho, mucho antes de que Pippi Calzaslargas y Lisbeth Salander aterrizaran en España. 

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