“Soy un poco payaso. Tengo capacidad para disfrazarme, para sonreír y para intentar alegrar a la gente un poquito diciendo alguna verdad, porque los payasos siempre dicen la verdad”, explicó a los medios De la Iglesia tras recibir un premio con una dotación de 30.000 euros.
Y por decir verdades estaba ayer alzándose con un galardón que el año pasado recibió Maribel Verdú. Ya había adelantado su visión autocrítica del gremio en su discurso de los Goya el pasado 14 de febrero, y ayer volvió a insistir, en el marco del Festival de Cine de San Sebastián.
En su agradecimiento, como en su última película, centrada en la batalla de dos payasos por el amor de una mujer, habló del dolor como vía para la catarsis creativa y, de ahí, al placer. “El sufrimiento, la premura y la angustia generan un producto mejor”, aseguró.
Y así, igual que montó su último filme con la Mostra ya comenzada, ayer llegó a San Sebastián desde Toronto (Canadá) tras haber perdido dos aviones y sin dormir en las últimas 24 horas.
“La única manera de sobrevivir y avanzar es reconocer que las cosas nunca van a ser como uno quiere. Nos nunca vamos a tener las condiciones de trabajo que uno desearía. Pero eso no es excusa para no seguir trabajando, avanzando”, prosiguió.
Así, él hubiera querido que Balada triste de trompeta llegara a formar parte de las tres películas preseleccionadas para representar a España en los Óscar, pero no fue así. “Me molesta mucho, evidentemente, pero tengo que aceptarlo con alegría, porque los que deciden son los miembros de la Academia y hay que llevarlo bien”, ironizó.
Por su parte, González-Sinde definió a De la Iglesia como un hombre “terco como una mula”, como demostró al convencer a Pedro Almodóvar para volver a los Goya, y “voraz, obsesivo y discutidor”, capaz de hacer un “cine de autor para las masas”.
Con películas como El día de la bestia –por la que ganó el Goya al mejor director– o La comunidad, De la Iglesia “plantea la salida a ese irresoluble problema que es la tensión entre arte e industria inherente al cine y al propio Ministerio de Cultura”.
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