Hay que amnistiar a Luis de la Fuente. Se lo ha merecido. Se lo ha ganado. Ahora que desde el Gobierno buscan desesperadamente una amnistía, sin pronunciar esa palabra o pronunciándola poco, para beneficiar a los perpetradores del ‘sesientencoño’ catalán del uno de octubre de 2017, residan en Girona o Waterloo, resulta necesario amnistiar al seleccionador de España por esos aplausos a Luis Rubiales mientras el expresidente pronunciaba en aquella oscura asamblea de la Federación el turbio discurso machista desde una testosterona cerebral rancia. Luis de la Fuente es creyente, Dios aparece constantemente en su vocabulario, lo ha explicado en numerosas entrevistas y lo reiteró en la conferencia de prensa previa al decisivo Noruega-España de hace unos días: “Soy un hombre de fe, muy creyente. He pedido a Dios salud y trabajo para que todo salga bien. Me da fortaleza adoptar decisiones con el apoyo de Dios”.
El ser humano es débil, como señalan los Evangelios. Y De la Fuente no ha conseguido argumentar en público aquellos aplausos, pero la explicación radica (desde su fe) en esas debilidades del hombre, que lo ubican en la mediocridad, el miedo, las pequeñas o grandes ambiciones, y comete actos de los que después se arrepiente. La vida es una putada, escribió Francisco Umbral. De la Fuente, desde que muy joven salió de su pueblo para incorporarse a la cantera del Athlétic Club, ha construido una carrera futbolística a pulso, con esfuerzo, a sangre y fuego, a balonazos primero y diseñando sobre la pizarra esos balonazos después. Jugó en el Athlétic y en el Sevilla FC. Fue en los años 80 un vasco en Andalucía que entró como un guante en el carácter del Sur, con sus paseos por la orilla del Guadalquivir o escapándose en los días libres a Bollullos Par del Condado para comer langostinos y jamón en esos mesones donde la vida huele a Privilegio del Condado.
De la Fuente recogió en enero una Selección fracasada en el Mundial de Qatar y envilecida por Luis Enrique, y ha transitado durante las últimas semanas a través de la peor crisis de la Federación, pero finalmente ha diseñado un conjunto armado, sólido, tanto en el campo como fuera. Incluso ha convertido a Morata, el capitán, futbolista de carácter ñoño, en un líder. De la Fuente ganó con España la Nations League y ha clasificado a La Roja para la próxima Eurocopa con dos partidos de antelación. Como entrenador carece de pedigree, y eso resulta contraproducente en este país de dinastías y apellidos. Pero hay que renovar su contrato. Y amnistiarlo. Lo merece mucho más que Puigdemont.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es