El pueblo de Chipiona se reunió en el Castillo para recordar a Federico Oliver en el 150 aniversario de su nacimiento. La continua amenaza de precipitaciones desde primera hora de la mañana impidió que se pudiese llevar a cabo el acto conmemorativo en su casa natal de la Calle Larga, aunque no supuso un obstáculo para sus familiares, que se desplazaron desde la capital para acompañar a Chipiona en este 22 de octubre. Álvaro de Armiñán, director de cine y biznieto de Oliver Crespo, le describió como un “hombre bueno y digno”, aunque reconocía no tener muchos recuerdos de él más allá de las anécdotas que le contaba su padre. Aun así, el conocimiento unido de los distintos intervinientes sirvió para conocer un poco más de cerca de a “una figura que quedó enaltecida con el paso de los años”, según explicó el periodista Juan Mellado, quien también recordó la amistad que mantenía Oliver Crespo con otras personas ilustres de su época en el ámbito literario como es el caso de Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán o el doctor Tolosa Latour. “Chipiona es lo que es gracias a las interconexiones entre estos personajes, a los que les unía una relación epistolar”, añadió.
Oliver Crespo bien pudo ser uno de los primeros embajadores de Chipiona por el resto del país. No fue hasta pasado el año 1978, sin embargo, cuando se empezó a tener constancia de su labor en el pueblo, coincidiendo con la creación de la Asociación Cultural Caepionis. Juan Luis Naval, uno de los miembros de esta institución fue “la primera persona que llamó la atención a este pueblo sobre Federico Oliver”, explicó el presentador del acto, Cristóbal Ruiz. Naval recordó en su intervención el momento en el que, tras escuchar su nombre en un programa de radio, recurrió a una enciclopedia junto a otros integrantes de la asociación para conocer a un hombre que ya había compuesto por aquel entonces decenas de obras dramáticas. Dos de sus piezas más conocidas fueron recitadas en el acto, mediante la colaboración de Nuevo Ateneo: “Oro Molido”, por Joaquín Cordero Naval, y “El Encuentro”, interpretado por María del Águila Bravo.
También tomó la palabra Charo Benítez, decoradora del adorno floral que se había colocado junto a la placa conmemorativa en la casa número 45 de la Calle Larga, donde nació Federico Oliver Crespo. Hasta allí se desplazaron al final del acto todos los asistentes para contemplar la obra construida en forma de un árbol, no de manera accidentada sino realmente intencionada, porque el árbol, como explicó Charo Benítez, representa “lo eterno”. Y eterno es el recuerdo de Federico Oliver Crespo en el pueblo de Chipiona.
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