La autora catalana rememora que desde el año 2004 ha buceado por entre las interioridades de un linaje que se inicia con Rómulo Bosch Alsina, alcalde de Barcelona en 1905 y tatarabuelo de la narradora, en un impulso que llega a calificar de “físico”. De la mano de este primer Rómulo Bosch, la narración avanzará, a paso de cangrejo, hasta otros cuatro Rómulo Bosch, deteniéndose, especialmente, en Rómulo Bosch Díaz, su padre, fallecido en 1999 de cáncer, mientras ella se encontraba en México -su otro país, donde ha residido diez años y donde conserva una pequeña casa- sin que tuviera tiempo para acudir a su entierro. Fruto de las pesquisas llevadas a cabo y de una necesidad infantil y primigenia de ir al fondo, según reconoce Lolita, nace este curioso artefacto literario, publicado por Mondadori y Empúries en catalán, homenaje al padre ausente.
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