El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 18 años y 4 meses de prisión a un hombre que asesinó a un amigo mientras dormía en la cama junto a su mujer, con quien había iniciado una relación sentimental previa a la ruptura de la pareja, en un crimen que justificó por un "arrebato" pasional.
Los hechos ocurrieron en Vila-Seca (Tarragona) en el verano de 2020, cuando la relación entre el condenado y la mujer se deterioró y ella se marchó de casa a vivir con una amiga dejando a los tres hijos con su padre.
Previa a la ruptura, la mujer había iniciado una relación sentimental con la víctima, que era amigo íntimo del condenado y cuyas familias pasaban habitualmente tiempo juntas.
Así, el 26 de agosto, el condenado condujo hasta la localidad de Vila-seca y allí compró guantes de limpieza y cuchillos de pesca, para después estacionar su furgoneta frente a un chalet, propiedad de su suegro, donde se encontraba la pareja.
Tras pasar horas vigilándoles, el hombre se coló de madrugada en la casa y subió al dormitorio donde dormían desnudos la mujer y la víctima, a la que asestó varias puñaladas hasta que se desplomó junto a la pared y falleció poco después tras agonizar en el suelo.
En ese momento, la mujer se despertó y vio a la víctima junto a la pared de la ventana y al condenado con dos cuchillos en las manos, tras lo cual se produjo una discusión verbal, en la que el hombre le recriminó su conducta con los hijos comunes.
A los pocos minutos, se personaron dos agentes locales. El autor del crimen conminó a la mujer a no decir nada de lo que ocurría, a lo que ella accedió, aunque hizo gestos a los policías para indicar que algo pasaba en la primera planta del inmueble.
El asesino bajó desnudo, tras quitarse la ropa y los guantes de látex que usó en el crimen, y aseguró que todo había sido una discusión de pareja, aunque uno de los policías decidió subir a la primera planta y encontró el cuerpo del amante.
Posteriormente, el condenado reconoció el crimen y le preguntó a los agentes: "¿cuántos años me van a caer?".
Dice la sentencia que en aquel momento, el condenado se encontraba ofuscado por la ruptura y por el hecho de que los hijos le preguntaban por la vuelta de la madre, sin poder darles respuesta.
Además, consumía cocaína y cannabis, si bien no ha quedado acreditado que la noche del 26 al 27 de agosto estuviera drogado.
La Audiencia de Tarragona le condenó a 18 años y 4 meses de prisión por un delito de asesinato con alevosía y otro de allanamiento de morada, además de a pagar un millón de euros de indemnizaciones a los familiares de la víctima, un fallo que ratificó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Pero el hombre recurrió al Supremo al alegar que su actuación fue una "reacción pasional" contra su esposa y su amigo, un hecho que "vino potenciado porque para la cultura gitana la fidelidad es clave y existen costumbres que sancionan su transgresión".
"Todo ello, dice, hace entendible, aunque no justificable, que se produjera una reacción que en otro entorno sociocultural no se hubiera producido", además de añadir que actuó en una situación de "arrebato" y que no fue consciente de lo que ocurrió sino tiempo después, por lo que pide que se le aplique la atenuante de arrebato y la de confesión, al reconocer inmediatamente los hechos.
Sin embargo, el Supremo sostiene que "el acusado abordó seguimientos tendentes a confirmar la relación extramarital que sospechaba" y luego hizo "un plan largo y minuciosamente preparado".
Y descarta la confesión porque "ha pretendido desdibujar su propia responsabilidad asegurando falsamente que se vio obligado a desplegar una actuación de defensa frente a la agresividad del fallecido".
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