El Diccionario de la Real Academia Española dice de la palabra cachondearse que eso significa burlarse y a mí me parece un significado un tanto peyorativo partiendo de la base que eso del cachondeo tiene su tiquis miquis desde tiempos inmemoriales y/o de la época de Mari Castañas en esta Andalucía de nuestras culpas y/o privilegios y genialidades. Punto. La verdad es que cada vez estoy más satisfecho cuando, a raíz de la declaración de la Doñana de Almonte que todos conocíamos -con sus gatos monteses y galápagos a la brasa- y el dicho popular de aquellas ceremonias que me habría gustado conocer ( ¿ ), empecé a dar forma a un libro que tendría que haber ilustrado el insigne Mingote y/o haberse publicado por fascículos luego encuadernables para seguir la tradición y siguiendo la estela de aquella ‘La codorniz’ de Alvaro de la Iglesia y Mingote. Qué tiempos aquellos, no precisamente de Mari Castañas, sino en los que la imaginación nos traía y llevaba por un mundo que ya quisiéramos disfrutar ahora en medio de tantos sinsabores, contrariedades y contradicciones. Sí, qué tiempos en los que Doñana tenía sitio en TVE gracias a ‘La duna móvil’ de mi admirado Manolo Garrido Palacios, al que conocí gracias a la revista ‘Camino’ de la Radio Nacional de España de Gran Vía 1 en los altos “del Pelayo”.
Sí, y pare usted de contar porque la idea no cuajó ya que era mucho y poco lo que sabíamos sobe Doñana y que eran unos monumentales libros de los que poseo y me pongo firme cuando con alguno de ellos en mis manos pienso que estas primicias sobre Doñana eran lo único bueno y hasta fiable que teníamos sobre la realidad un tanto imaginaria de nuestro cada vez más controvertido Parque Nacional y aquello de la Unesco, la Biosfera, y pare usted de contar. Mi trabajo en ABC de Sevilla como corresponsal me deparó muchas oportunidades para mantener el interés de Doñana en numerosas crónicas y noticias, y así las cosas me enteré precisamente por este medio que en Doñana o en las Marismas del Guadalquivir -tanto monta- estaban y me imagino que seguirán estando las mayores reservas de aguas subterráneas conocidas hasta entonces y que la FAO se apresuró a que España declarase el hallazgo como de Alto Interés Nacional. A partir de ese momento Doñana fue semillero de noticias y me sobresaltó el tema cuando empezó lo de Matalascañas y aquello del filón de los 120 kilómetros de costa -“de la luz primero” y ahora no sé qué- y Doñana empezó a inquietarnos coincidiendo, además, con la intención o el proyecto de construir una central nuclear en El Asperillo.
Si, aquello empezó a inquietarme como onubense y andaluz y más aún cuando un ambicioso proyecto del corte de Matalascañas apareció en escena en las proximidades de Mazagón. El rifirrafe se afianzó y, al final, como suele ocurrir en Huelva, de la noche a la mañana apareció ‘Costa Doñana’ –pero, ¡qué atrevimiento!- y se quedó en los papeles y los ecologistas más contentos y eufóricos que nunca empezaron a acotar la costa y a paralizar la llegada del ladrillo y el bienestar y la riqueza para esta tierra tan oprimida. Eso sí, respetando lo de Campo Arenosillo y las instalaciones de Defensa. ¡Ah! y se consolidó el viejo anhelo que nunca fue proyecto pero sí estudio de unir a Huelva con Cádiz por Almonte, algo más que insólito increíble en un mundo cada vez más accesible y sin fronteras. Punto y final a estos retazos de memoria porque hemos llegado a un punto en el que Doñana aparece como un volcán y Dios sabe cómo terminará esta horrible aventura que la naturaleza nos puso en bandeja y los políticos -¡vaya palabreja!- acaban de dar la puntilla a un mito más que ilusionante para el bienestar humano y ante el que dada nuestra ancestral complacencia solo miramos al cielo pidiendo el maná y agachamos la cabeza. ¿Hasta cuándo?
De momento ya tenemos otro punto para la discordia a tiro de Doñana y al otro lado del Guadalquivir: sí, Trebujena. Pero no llueve y a final de año, ¿nuevas elecciones? Más caña para Doñana y punto y aparte… Eso sí, agachando la cabeza y… Huelva, Huelva, Huelva, para no cambiar. Sí, porque se está demasiado bien en casa y salir a la calle pacíficamente es algo más que un capricho, pero con la verdad en la mano es para que con esta actitud ya empiecen a llamarnos indolentes. La oportunidad la tenemos ahora con el mismo partido tratando de gobernar y hacer cosas en la capital y provincia y dos ejemplos de superación y valentía para de una puñetera vez hacer grande a Huelva y acabar con el abandono gubernamental a dos pistas a que está sometida. Pero ¡ojo!, que ahí están doña Pilar y don David -made in Huelva- para, pensando ya en 2024 y después de 35 años -aquello fue en 1998 si no me confundo-, conseguir ahora muchas cosas más que algo tan fundamental como fue la Universidad. Sí, ahora por todo aquello que nos están robando en beneficio de quienes han sido y son más hábiles y constantes que nosotros. ¿Estamos de acuerdo? Eso.
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