Muchas, demasiadas, son las ocasiones en las que los pacientes han preguntado en la consulta….Dr Nico, ¿qué es lo que me sucede? En ese instante me incorporo, me acerco a su lado, saliendo de esa zona de protección y seguridad que nos ofrece la mesa del despacho médico, y con empatía, cariño, pero sin engaños , le doy un nombre a su enfermedad,… tienes esclerosis múltiple. Con solo mencionarla se genera inquietud en quienes la escuchan y un enorme impacto emocional a los que la padecen.
Su “mala fama” radica en ser la principal causa de discapacidad adquirida en adultos jóvenes entre los 20-40 años, después de los accidentes de tráfico, con una incidencia de 1/1000 habitantes en nuestro país. El maravilloso sistema inmune, que nos protege de virus, bacterias, células tumorales, en un exceso de celo, reconoce como ajena a una proteína, destruyendo la mielina que recubre fibras del cerebro y médula espinal. Esta “autoagresión” genera alteraciones neurológicas en poco espacio de tiempo conocidos como “brotes” y con el tiempo otras lesiones crónicas que son la principal causa de progresión de la discapacidad en las décadas posteriores.
Son factores predisponentes para padecer la enfermedad: raza blanca, factores genéticos, niveles bajos de vitamina D, sexo femenino (2-3 veces más frecuente), infecciones (virus de Epstein Barr que produce mononucleosis o más coloquialmente “enfermedad del beso”) y residir en nuestra infancia y adolescencia en latitudes alejadas del Ecuador geográfico.
En las formas más habituales o en “brotes” los pacientes pueden presentar en el curso de horas: 1)Neuritis óptica o pérdida de agudeza visual y dificultad para diferenciar los colores; 2) Diplopia o visión doble binocular, que hace que se ocluyan con la mano uno u otro ojo para eliminar las imágenes desdobladas, 3) Oscilopsia o percepción de que el entorno se mueve, 4) Trastornos sensitivos, el paciente nota “hormigueos” o adormecimiento en distintas zonas; también descargas eléctricas en la espalda con la flexión del cuello o signo de “Lhermitte” 4) Debilidad en extremidades 5) Inestabilidad o incoordinación 6) Incontinencia urinaria o sensación de vaciado incompleto.
El mayor conocimiento sobre esta enfermedad en nuestra sociedad y pruebas diagnósticas como la resonancia magnética y el estudio del líquido cefalorraquídeo a través de la punción lumbar han ayudado a que cada vez se diagnostique antes. Esto permite el tratamiento en fases iniciales, reduciendo significativamente la aparición de nuevas lesiones y la discapacidad por acumulación de las mismas a largo plazo. Aunque se trata de una enfermedad seria, el futuro es esperanzador, y el pronóstico funcional de los pacientes ha mejorado en la última década sustancialmente con los nuevos fármacos de los que disponemos y el apoyo multidisciplinar de psicólogos, fisioterapeutas, asociaciones, familiares y amigos.
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