José Manuel Hernández es un vecino de Chiclana de 39 años, con una discapacidad reconocida del 88% por tener una visión del uno por ciento en un ojo y ver solo luces en el otro, además de padecer desde que nació una enfermedad rara, con una incidencia de 1 caso cada 100.00 personas, conocida como Agenesia de Peroné.
“Es una malformación de mi pierna, que tiene una diferencia de 20 centímetros respecto a la otra. Además, mi pie es más pequeño y le faltan dos dedos”, nos explica.
Desde niño ha intentado hacer una vida lo más normal posible pero, claro, tiene sus limitaciones, y una incapacidad total.
A lo largo de su vida ha pasado por médicos repartidos por toda España, buscando soluciones. Pero la mayoría pasaban por numerosas y doloras intervenciones quirúrgicas y los expertos no lo recomendaban.
Cuando tenía 13 años, un especialista en Barcelona dio con la solución: Una prótesis que se salía de las convencionales, de fibra de carbono, y que le permitía olvidarse al fin de los zapatos rígidos y hierros a los que había estado condenado en su niñez. “Por primera vez me pude poner unas zapatillas de deporte”, cuenta con emoción.
Se la realizaron en el Instituto Técnico Ortopédico de Barcelona, en un momento en el que la Sanidad estaba centralizada y no delegada en las distintas comunidades autónomas.
Pero las prótesis ortopédicas tienen “fecha de caducidad”, ya que el uso las desgasta y deteriora. Suelen durar entre dos y tres años.
RECLAMA UNA PRÓTESIS CON LA QUE SENTIRSE SEGURO
Aunque en 2004, ya con la Sanidad siendo competencia de la cada comunidad, en el Servicio Andaluz de Salud intentaron que le hicieran su prótesis en una ortopedia de Andalucía Tras varios intentos, fracasos, y la intervención del Defensor del Pueblo Andaluz, la Junta optó por financiar el coste de la prótesis que le realizaron en Cataluña. Y a pesar de que ha sido así durante al menos cuatro consecutivas, la última vez que necesitó cambiarla el SAS le volvió a indicar que debían hacerla en la comunidad.
“Para mí sería mucho más fácil que me la hicieran aquí, me ahorraría el traslado a Barcelona y el alojamiento” pero el problema es que en las distintas ortopedias en las que ha estado, en Sevilla, Cádiz, Jerez o Jaén, entre otras, no dan “con la tecla”. Le provocan heridas terribles y hasta ha sufrido dos caídas.
La cuestión es que lleva seis años con la misma prótesis (la última que le fue financiada en Barcelona), y está muy deteriorada. “Tiene hasta un esparadrapo en la base del pie porque en una de las ortopedias de Jerez donde me intentaron hacer una la abrieron para ver cómo era por dentro y así la dejaron”, se lamenta. Ante la desesperación, ha pedido presupuesto en Cataluña, pero los 8.500 euros que vale no los puede asumir.
Por ello, ha vuelto a recurrir al Defensor del Pueblo Andaluz para que medie con la Junta y el SAS. Pero los días pasan y José Manuel está condenado a quedarse en casa por miedo a sufrir una caída más grave. “Entre que la prótesis se mueve y que no veo, me da pánico casi moverme del sofá”.
Una situación injusta para alguien que sufre y para el que una prótesis nueva podría devolverle de nuevo una mínima calidad de vida.
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