Todo empezó cuando Cobeaga tuvo que pasar una noche en un hotel de aeropuerto debido a que su vuelo se había retrasado. “A la una de la mañana, en un hotel cercano al aeropuerto y gente tan diversa en un mismo espacio... ahí había una película”, explica.
En esta película, el terreno era conocido. “La idea no era dar un giro, sino perfeccionar lo que intenté en Pagafantas. En ella había cosas que me gustan mucho y cosas que me gustan muy poco. Y esta es más concentrada, más coral y quizá un poco más adulta, pero juega en la misma división”, explica.
Como en el fin de aquella, No controles se ambienta en un aeropuerto. Y, además, quisieron repetir la fórmula de título de una sola palabra.
“La película se iba a llamar Retrasado y la mayoría de la gente pensó que era muy incorrecto. Era por el retraso del vuelo, pero siempre tenía que explicarlo y era un poco incómodo”, asegura el cineasta, que vuelve a escribir su cinta codo con codo con Diego San José.
Como camino de conciliación, encontraron el definitivo No controles. “Dentro de la película es importante la canción que tiene este título, tiene un peso argumental bastante fuerte”.
Y Unax Ugalde, que pone su rostro a este nuevo perdedor en la colección de Cobeaga, “está intentando ser sobrio y controlarse todo el rato. Pero va cuesta abajo y un poco de descontrol no le viene mal. En cualquier caso, el No controles no tiene que ver con la nube de ceniza ni con los controladores”, bromea el realizador.
Después de un rodaje en el que han toreado con este invierno ficticio en plena ola de calor entre Madrid y Bilbao, ahora viene para Cobeaga el verdadero “descontrol”, pues afronta una postproducción acelerada para llegar a las fechas que presenta: finales de diciembre.
Pero No controles no tiene nada que ver con un cuento de Navidad.
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