Al igual que la denominación calle Convento, el apelativo: calle de la Aduana, nunca fue reconocido oficialmente por la municipalidad. La calle Aduana, Soledad o José Santacana, es una de las vías, que en el primer cuarto del siglo XVIII, trazó el ingeniero de Felipe V, Jorge Próspero de Verboom, siendo su principal característica, la de comunicar un espacio esencial para la nueva población, como era la plaza baxa o baja (hoy Plaza de Nuestra Señora de La Palma), y su conexión con el río de la Miel.
Calle Soledad
La denominación primitiva como calle de la Soledad, se debe al parecer (al igual que la calle Santísimo, junto a la iglesia de La Palma o la calle San Pedro, también conocida popularmente como Callejón del Rit, dado que en su centro se ubicaba el restaurante Rit), a que éstas vías eran parte del itinerario por el que desfilaban las cofradías -ya fuesen de gloria o penitencia-, de cuyos titulares tomaban la denominación. En aquella época de tan profunda raíz religiosa, era habitual nombrar oficialmente a las calles, en función a las imágenes que por ellas desfilaban.
La popular designación, como calle de la Aduana surge cuando se implanta en Algeciras la Administración de Aduanas. Años después, en 1902, Anselmo Enríquez Díez y López, responsable de la Aduana de Algeciras, con el beneplácito de sus superiores expresado a través de telegrama, se entrevista con Dolores García de La Torre, en representación de su padre José García de La Torre y del Rey.
El motivo de la citada entrevista, se encuentra en el deseo de la Administración de la Aduana algecireña, de renegociar el arriendo de la vivienda que la familia de La Torre, tenía en el número 23 de la calle de la Soledad de nuestra ciudad, y que venía ocupando la citada administración del estado.
Su cercanía al puerto, así como sus dimensiones y distribución, hacían de ésta vivienda un enclave atractivo para seguir instalando en su interior, todos y cada uno de los departamentos que la delegación de Aduanas ubicada en Algeciras, precisaba para desempañar su función.
Acuerdo
El acuerdo al que llegaron ambas partes, dio como resultado que la delegación algecireña tramitase el correspondiente expediente, y en el cual se reseñaba lo siguiente: "la Administración de Aduanas de Algeciras. Número 289. El Excelentísimo Señor Director de Aduanas. Fecha 14 del actual, dice a ésta Administración, lo siguiente: Por el Ministerio de Hacienda, se comunica que con fecha 2 del actual a éste centro directivo, la Real Orden siguiente: Ilustrísimo Señor: visto el contrato provisional celebrado en Algeciras, provincia de Cádiz, el día 16 de septiembre de 1902, entre la Administración de la Aduana, subalterna de dicho puerto y Doña Dolores García de La Torre, sobre arriendo de una casa de su propiedad y de otros copropietarios a quienes representa, en la calle de La Soledad, número 23, destinada a oficinas y dependencias de la referida Aduana […], considerando que el expediente de arriendo se ha tramitado en debida forma, consta cuantos requisitos y condiciones, exige el apéndice 28 de las Ordenanzas Generales de Aduanas, siendo la duración del arrendamiento, cinco años prorrogables, por la tácita de año en año; y por un precio de 2.100 pesetas anuales […], Su Majestad el Rey (q. D. g.), de conformidad con lo propuesto por esa Dirección General y lo informado y por la de lo Contencioso del Estado, ha tenido a bien aprobar el contrato de arriendo de que se trata […], Algeciras a 20 de Mayo de 1903”.
En definitiva, la representante de la familia de La Torre, concreta los términos del nuevo contrato con las autoridades locales de la Administración de Aduana, del modo siguiente: “2.100 pesetas anuales por el piso bajo de la vivienda, destinado a oficinas de la Aduana, y 50 pesetas mensuales o 600 pesetas anuales, por el piso alto que podrá ocupar, un empleado de dicha Administración de Aduanas, con su familia”.
La renta estipulada, se satisfará trimestralmente. En lo que respecta a la Hacienda, en los quince primeros días posteriores al vencimiento de cada trimestre y a cuyo efecto, se consignará la cantidad correspondiente en la caja de la Provincia.
La Hacienda, solo responderá del alquiler de los locales que ocupan las oficinas y almacenes, y los empleados pagaran los alquileres de la parte del edificio que habitasen, en la forma que convengan con los propietarios de la finca.
Los empleados -según se estipulaba-, no estaban obligados a ocupar las habitaciones en la Aduana, ni a satisfacer cantidad alguna, cuando no las ocupen y en éste último caso, podría el dueño, alquilarlas a otras personas siempre y cuando se hagan las obras necesarias en el edificio, para dejar en completa independencia y seguridad, las piezas destinadas a oficinas y almacenes del resto de las habitaciones, antes de ser éstas ocupadas por otros inquilinos, que no sea empleados de Aduana.
Desde 1901, el piso superior de la vivienda arrendada por la administración de estado, estaba ocupado por el Administrador de Aduanas, destinado en Algeciras, José Campos y su familia.
Vecinos de la calle
El hecho de que en la calle de la Aduana, además de su privilegiada situación, cercana al mar y al río de la Miel, estuviesen las oficinas de la Administración de Aduanas en Algeciras; así como de la casa cuartel de carabineros, hacía de ésta calle un lugar de especial atractivo, para el asentamiento de importantes miembros de la sociedad local. Siendo ese el motivo, por el que personas y familias influyentes, decidieran instalarse en aquella calle.
Según el último censo elaborado en aquella época, en el número 1 de la citada vía, tenía su domicilio el conocido propietario Manuel Navarrete Campos; en el número 2, el industrial Manuel Sibantes Fernández (en los bajos de éste número, se ubicaba el conocido bar La Sacristía, cuyo propietario era Francisco Rubio Macias); en el número 4, Rafael Oncala Amaya, consignatario de buques y Presidente de la Junta Directora de Propietarios de la plaza de toros La Perseverancia; en los números 6 y 8, tenían su residencias, respectivamente, los también importantes propietarios Emilio Baglietto Doto y Jerónimo Caballero Moreno; y en el número 18, situaba su establecimiento el popular barbero Pablo Gamboa Arjona.
Décadas después, concretamente en 1926, se construiría el edificio conocido como casa de la familia Gaggero, cuyas características arquitectónicas le dio un nuevo atractivo a la popular calle.
Para entonces, ya había recibido oficialmente el nombre de José Santacana, como premio a la colaboración prestada por éste, desde la presidencia del Casino de Algeciras, para el buen desarrollo de la Conferencia Internacional en 1906.
En la actualidad, la popular calle de la Aduana o José Santacana, tras la reciente inauguración del nuevo paseo (construido sobre el desaparecido río de la Miel), retoma su importancia urbana. Intentando con ello recuperar, parte de su significado pasado.
Dedicado a Juan Tapia Carrasco, mi padre, que nació en la calle de la Aduana.
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